El 1º de Marzo, en el discurso ante la Asamblea Legislativa, el Presidente
Macri cambió todos los ejes y el tono de su discurso. Con una vehemencia que no
se le conocía, nombró a Baradel y definió que, este año, el oficialismo
encararía el proceso electoral, polarizando con el kirhcnerismo y sin tomar
demasiado en cuenta cuestiones económicas.
Había cierto entusiasmo por la baja de la inflación observada a fines de 2016
y el éxito del blanqueo. Los cambios de personas en Hacienda y Finanzas habían
terminado con el despido de los “no alineados”. Tras el desdoblamiento del área,
nos dimos cuenta de que el Ministro Dujovne sería un mero comentarista de la
situación económica, mientras que el Banco Central se ocuparía “del tema”
relevante macro: cumplir la meta de inflación del 12-17%; para favorecer
paritarias inferiores al 20%.
Resueltos (SIC) los problemas de comando económico, y a la vista de que el
argumento de crecimiento y/o la baja de la inflación no serían decisivos en las
elecciones (cuesta mucho ponerle plata al bolsillo de la gente, cuando la
inflación es tan alta), se intentó el procedimiento empresarial del manejo por
“unidad de negocio”: Vaca Muerta, el Sector Automotriz, el de la Construcción y
otros acuerdos sectoriales, serían el método para conseguir paritarias
razonables y evitar desbordes en las variables económicas, antes de las
elecciones, a cambio de vagas proyecciones de crecimiento.
Hoy, 23 de Mayo, faltan 18 días para la inscripción de Frentes Electorales y
32 para la presentación de las Listas. Veamos cómo está la cuestión política,
antes de analizar si la economía cumplirá un rol secundario.
Polarización política
Cambiemos enfrenta deliberadamente a CFK, que no sabemos si se va a presentar
como candidata. El argumento del oficialismo, que no ha anunciado planes
estratégicos de largo plazo, salvo para la infraestructura y la inversión
pública, se basa en derrotar primero en las urnas al kirchnerismo y, con el
poder político incrementado, encarar (el 23-O) las reformas de fondo, los
cambios estructurales o, al menos, la culminación de tareas pendientes (ajuste
fiscal y de tarifas, blanqueo laboral, equilibrio financiero del sistema
previsional, etc.).
Nadie sabe si efectivamente esta es LA agenda, una vez resuelto el problema
K. Por lo que se ve, los tomadores de decisiones económicas tienen opiniones
divididas al respecto, sobre todo porque (para lo que vaya a suceder después de
las elecciones de medio término), prima más la opinión fundada en el “miedo al
retorno” que la racionalidad sobre los verdaderos riesgos que correría el
oficialismo, en caso de ser derrotado en la Provincia de Buenos Aires.
Para saber cuánto se juega, señalemos los siguientes hechos:
a. Los Gobernadores de 12 provincias “pejotistas” (Córdoba entre ellas) se
reunieron la semana pasada con el afán de no nacionalizar sus elecciones
locales, separarse del kirchnerismo y de Pcia. de Buenos Aires y plantear una
relativa paz con el Gobierno Nacional, posponiendo el rearmado del PJ nacional
hasta 2018.
b. La ex Presidenta mandó a su hijo Máximo a reunirse con los Intendentes
leales del Conurbano, que le dieron la espalda aduciendo que la Doctora tenía
que presentarse en persona y confirmarles que iba a participar, para que ellos
sepan a qué atenerse en lo que hace al armado de las listas. Hoy CFK recibe a
los más leales para tratar ¿de qué?. Incógnita: difícil que los barones se
queden en el molde hasta el 24/6.
c. Nadie espera cambios sustantivos en la composición de ambas cámaras. Por
consiguiente, el problema del kirchnerismo virtualmente se personaliza en
Cristina y se localiza en la Provincia de Buenos Aires, principalmente en los
segmentos del Conurbano donde ella mide mejor. El lanzamiento de Randazzo y su
deseo de competir en la interna del Frente para la Victoria con CFK, alienta
toda clase de especulaciones.
d. De cualquier manera, el escenario de un triunfo de la ex Presidenta
estaría bastante limitado, a estar por encuestas que sostienen que a nivel
nacional un 40% del electorado votaría por Cambiemos –para que ella no vuelva-
aunque la situación económica -en lo personal- no haya mejorado o incluso haya
empeorado. Finalmente, la Doctora puede presentarse en un Frente distinto al de
Randazzo (sin PASO) y conseguir la senaduría, por la minoría, un escenario que
no se puede descartar (la mantendría activa con vistas a 2019 y podría intentar
reconstruir el kirchnerismo nacional, que ha sido vapuleado en la reciente
reunión de los 12 gobernadores mencionada más arriba –en el interior del país su
influencia, hoy, no superaría el 10/15%-).
Para concluir, y sin considerar los problemas políticos inciertos que
devienen de las causas de corrupción (Odebrecht, De Vido, Cristóbal López,
etc.), no sería extraño que el nuevo ambiente político planteado por la Liga de
Gobernadores y avalado desde la Casa Rosada, facilite un triunfo de Cambiemos
que, seguramente, no será tan amplio, en relación al que obtendría en un
escenario con brotes verdes confirmados, reactivación económica, inversiones
genuinas (no Chinas) y estabilidad de precios.
Riesgos económicos
El más importante, como siempre, proviene del sector fiscal. Los déficits
primarios del segundo y tercer trimestres, pautados por Hacienda, alcanzan a M$
136.500 y 117.000; contra apenas 58.500 del primer trimestre. Entretanto, la
variación anual de la recaudación tributaria que, ayudada por el blanqueo, había
sido del 54,1% en Marzo, cayó a 24,6% en Abril. Se pone cada vez más difícil
financiar al “ogro filantrópico”.
El Banco Central compró divisas al Tesoro, o sea que emitió pesos, por M$
78.106, al 22 de mayo y le dio Adelantos Transitorios por M$ 50.000. Por esta
razón, el stock de LEBACs (aspiradora) asciende al 106,1% de la Base Monetaria.
Si se incluyen los Pases de absorción monetaria, a 7 días, el endeudamiento del
Banco Central da un stock equivalente a 122,5% de la Base. Por eso, es muy
difícil que baje la tasa de interés, así como es de imposible cumplimiento la
meta inflacionaria del BCRA. El Patrimonio Neto, en el Balance de la Autoridad
Monetaria, tiende rápidamente a cero, ya que emitir Base no cuesta nada mientras
que esterilizarla cuesta el 27% anual.
De igual importancia al frente fiscal-monetario, es el riesgo del atraso
cambiario, cuyo alivio transitorio (efecto Temer) se debe más bien a compras de
dólares por bancos oficiales. Las economías regionales, el agro pampeano y buena
parte del sector industrial sufren por los altos costos en dólares, que ponen en
riesgo el nivel de empleo y ni hablar el de inversión. Aparte, está Brasil, con
final abierto.
Finalmente, hay un mínimo riesgo por las negociaciones paritarias. Casi todas apuntan a cláusulas gatillo y las patronales enfrentan un gremialismo dividido (internas político-electorales). Pero la calle se puede poner complicada al ritmo de la campaña electoral, que podría obligar a los sindicatos más sensatos a seguir desde atrás a los más virulentos.
Para concluir, no hay viento de cola económico ni resultados “vendibles” y por eso Cambiemos trata de meter la economía en el freezer. Sabe que tiene mucho para perder y poco para ganar en las elecciones de medio término. Ese poco por ganar es lo que le abriría la posibilidad de optar por reformas más profundas en lo económico. Pero nadie está convencido de esto último. Quien esto escribe, tampoco.
Fuente: Años de Campo