–¿En qué contexto se desarrolló esta investigación?

–La línea de investigación dentro de la cual estoy trabajando fue consensuada con el profesor emérito Osao Adachi, de la Universidad de Yamaguchi, Japón, con quien se trabaja en el marco de un proyecto para el desarrollo de procesos biotecnológicos novedosos en el país. Esa relación se inició en el Workshop Argentina-Japan “Bioscience and Biotechnology for the Promotion of Agriculture and Food Production”, en Buenos Aires, en el 2009. Allí el Prof. Adachi conoció a mi director (de tesis), el Dr. Roque Hours, de la Universidad Nacional de La Plata. Al año siguiente el Prof. Adachi obtuvo una financiación de Japón cuyo objetivo era visitar Argentina para estudiar los diversos residuos del agro y la agroindustria y poder aprovecharlos desde un punto de vista económico. Así el Dr. Hours lo acompañó en un recorrido por diferentes provincias, entre ellas Mendoza, Catamarca, La Rioja, Entre Ríos y nuestra querida Misiones.

–¿Y qué es lo que encontró en Misiones?

–Bueno, al llegar a Misiones se encontró con la industria yerbatera y un vegetal totalmente novedoso para él: la yerba mate. Teniendo conocimiento de que esta presenta un elevado contenido de polifenoles, entre ellos el ácido clorogénico, dio inicio a una impactante investigación para producir químicos finos a partir de este compuesto extraído de la yerba. Sentadas las bases, el Prof. Adachi encontró un uso totalmente novedoso y alternativo para la yerba mate, con gran impacto económico para nuestra región. Así los doctores Hours y Adachi diseñaron mi plan de tesis doctoral con base en estas premisas (...).

–¿Cuáles son esas propiedades descubiertas?

–Tradicionalmente la yerba mate es considerada desde el punto de vista alimenticio. En este caso planteamos su uso como fuente de químicos finos de interés farmacéutico. En este sentido la yerba mate es la fuente natural más rica en ácido clorogénico (ACG), sustancia de alto valor comercial (US$ 3.500 por kg, FOB China), hoy extraída del café verde. Nuestros estudios revelaron cuáles son las fracciones de yerba mate más convenientes para la extracción de ACG y optimizamos la misma. Seguidamente estudiamos la hidrólisis enzimática del ACG para obtener los ácidos cafeico (AC) y quínico (AQ), todos de alto valor industrial. El AC puede convertirse enzimáticamente en DOPA, droga farmacéutica de uso en el tratamiento del Parkinson.

Por otra parte, desarrollamos un proceso en dos etapas para la bioconversión del AQ utilizando enzimas microbianas. Estas etapas son en las que fui a perfeccionarme en Japón. La primera etapa implica una fermentación oxidativa con la cual transformamos el AQ primero en dehidroquinato (DQA) y luego este en dehidroshiquimato (DSA). En la segunda etapa el DSA es transformado en siquimato mediante una reducción asimétrica. Dado su alto costo, los usos industriales actuales del siquimato son limitados. Entre otros, es utilizado en la industria farmacéutica para la preparación del antiviral Oseltamivir (Tamiflú de Roche) utilizado para el tratamiento de la gripe A.

–¿Qué desafíos quedan?

–Nuestro procedimiento debería reducir sustancialmente su costo de producción, con lo cual el ácido siquímico se podría utilizar para la síntesis de diferentes antibióticos, aminoácidos y agroquímicos. Los intermediarios ya citados (DQA y DSA) como así otros fácilmente obtenibles a partir de ellos hoy no están comercialmente disponibles, aunque tienen potenciales usos farmacéuticos. Por ello su producción abriría nuevas perspectivas para la industrialización de la yerba.

–¿Cuál es la importancia económica de esto?

–En síntesis, el trabajo resulta la base para el desarrollo de una nueva bioindustria. Las sustancias antes mencionadas fueron obtenidas mediante procedimientos relativamente sencillos pero originales, los cuales están siendo pasados a escala piloto. La abundancia en la región de la materia prima empleada es otro factor positivo para plantear la creación de un polo de desarrollo industrial basado en producción de diferentes sustancias de interés farmacéutico, todas ellas hoy no producidas en el país y la mayoría tampoco a nivel internacional. Finalmente, y no menos importante, es que la yerba mate se produce únicamente en nuestra región y zonas aledañas (...).

–¿Existe alguna iniciativa para canalizar económicamente este recurso?

–Para la puesta en marcha de la planta piloto estamos buscando fuentes de financiamientos y subsidios que nos permitan hacerlo. Ya tenemos un proyecto ganado que nos va a permitir comprar parte de los equipos necesarios. Si bien queda mucho por hacer, también es mucho lo que se ha hecho (...). Dependerá en buena medida del sector productivo yerbatero que esta nueva biotecnología pueda transferirse y convertirse en realidad para beneficio de todos.