SANTA FE.- Al extremo sur de la provincia, en Melincué, la mayor parte de sus 2500 pobladores luchan codo a codo contra la inundación que empezó el martes pasado. Todos están unidos para defender y proteger al pueblo. Como reconocen, el drama de del agua permitió superar diferencias y activar la solidaridad.

La laguna que da origen a la localidad volvió a desbordarse, superó los anillos perimetrales de contención y avanzó sobre la población. Ni siquiera las condiciones meteorológicas ayudan. Ayer, durante gran parte del día, con cielo cubierto, se registraron lloviznas aisladas, pero intensas.

Por ahora, en Melincué, todos lo saben, la tranquilidad dista de reinar. De hecho, todavía no se pueden retomar progresivamente las actividades, interrumpidas bruscamente el martes pasado a la madrugada, cuando la laguna del mismo nombre desbordó el terraplén de contención y anegó el casino y otros barrios del norte.

Por eso, sus habitantes, los vecinos de la zona y personal especializado de la Nación y de la provincia trabajan sin importarles la humedad, el barro ni el esfuerzo de llenar con arena las bolsas que luego se trasladan hasta el terraplén para que funcionen como barrera al agua.

"Estamos expectantes, trabajando coordinadamente entre la provincia, la Nación y la comuna. Si bien el agua descendió su nivel en las calles de la localidad, no podemos ocultar que hay mucha intranquilidad porque el nivel de la laguna sigue ascendiendo. Una sudestada y otra lluvia podrían comprometer seriamente todo lo que se ha hecho hasta hoy", advirtió ayer a LA NACION el secretario de Protección Civil de la provincia, Marcos Escajadillo. El funcionario desde hace varias semanas permanece en el lugar para coordinar las tareas defensivas y de prevención.

"Se está trabajando sobre las tres prioridades que nos fijamos: el apuntalamiento y defensa de la ruta 90; el refuerzo de la línea de defensa norte, que es donde se ocasionó la brecha y permitió el ingreso del agua a la localidad y fortalecer lo referido a equipos de bombeo, que está dando resultados porque se ve que el agua está bajando", explicó Escajadillo. Y agregó: "Quedan unas cinco familias autoevacuadas, que reciben asistencia oficial. No podemos decir que la emergencia fue superada, pero estamos preparados para trabajar ante cualquier contingencia".

Ayer, frente al peligro latente de nuevos desbordes, bomberos voluntarios del sur santafecino fueron convocados para reforzar las defensas.

En el lugar, según consignó la agencia Télam, trabajan unas 300 personas de las áreas de Protección Civil, Desarrollo Social, Seguridad y Salud. A estos equipos, se suman bomberos y personal del Ejército Argentino, que fue enviado por el Ministerio de Defensa de la Nación.

El objetivo es reforzar la barrera que impide el ingreso del agua de la laguna al ejido urbano con más de 7500 bolsones de arena. Hasta ayer, se habían colocado unos 4000 y en algunos lugares se formaba una doble hilera.

Un atractivo

La laguna Melincué fue la vedette turística indiscutible de la región. A medida que el turismo crecía, lo hacía el pueblo. A comienzos de 1930, se construyó un majestuoso hotel sobre una de las seis islas naturales de la laguna. El edificio se comunicaba con la costa por un espigón.

En 1933, el año en el que se inauguró el hotel, el aumento del régimen pluvial provocó el desborde de la laguna y el agua ingresó al pueblo.

Nadie sabe cómo la laguna alcanzó su actual superficie -120 km2-. Sin embargo, algunos arriesgan hipótesis. "Crece porque es un ojo de mar", afirman algunos. Para otros, la razón de tan "caprichoso" comportamiento responde al curso subterráneo de los ríos Quinto y Salado, que la alimentan.

Melincué llegó a tener casi 7000 habitantes, pero, lentamente, se produjo un éxodo sistemático que redujo la población de manera drástica.

Una leyenda que recuerdan los vecinos

En medio de la inundación, los habitantes de Melincué no dejan de recordar una leyenda. El mito está protagonizado por el Cacique Melín, su mujer Nube Azul y su hijo Cué. En una de las excursiones hecha por el Ejército, en la campaña para desterrar a los indígenas de las pampas, un grupo de Ranqueles, liderados por Melín, fue emboscado a la orilla de la gran laguna y masacrado. A la matanza, sólo sobrevivió Nube Azul.

Entonces, la mujer tomó dos decisiones: llamó al lugar Melincué -por su marido y su hijo- y maldijo a los criollos. Al pueblo, le deseó que las aguas de la laguna crecieran y que de a poco lo fueran devorando. Y, según cuenta la leyenda el anhelo de Nube Azul se cumplió: el agua creció tanto que anegó campos, convirtió tierras fértiles en yermas, llegó al pueblo y se apoderó de él durante varios años. A los pobladores no les quedó más remedio que vivir en un continuo estado de alerta. Vivieron pendientes de los deseos del espíritu de Nube Azul.