Decae la euforia

El entusiasmo agrícola que si vivía el año pasado se va esfumando con el avance de la cosecha. Muchos productores no inundados obtienen buenos rindes, pero se quedan sin excedentes para encarar la próxima siembra luego de pagar todas las cuentas. La explicación es sencilla: deben vender la soja a $ 3700 por tonelada vs. 4500 del año pasado y pagan costos aumentados por la inflación. Con el maíz pasa lo mismo: el precio actual es inferior al de hace 12 meses.

Cuentas muy finitas

Desde el punto de vista físico, los resultados no son malos en campos no inundados, pero las cuentas cierran muy finitas y lo que se cobra se va como agua entre los dedos", gráfica un productor del sur de Santa Fe. El empresario observa que en la ecuación agrícola hay dos variables distorsivas: tipo de cambio y retenciones a la soja. Esta realidad comienza a arrojar algunas dudas respecto del boom agrícola que se pronosticaba para los próximos años.

Clima de negocios enrarecido

"Ya pasó la época de noviazgo entre el campo y el Gobierno, y muchos agricultores empiezan a sentirse disgustados con el magro resultado obtenido con su esfuerzo", admite un técnico zonal. "No hay clima para nuevos negocios, como se notaba en hace un año, cuando muchos agricultores pensaban en agregar valor a sus granos con un feedlot o en comprar maquinaria para sembrar en campos alquilados", agrega.