Al respecto consulté al alemán Carl Friedrich Wilhelm Laundhart (1832-1918), quien en el Instituto Politécnico de Hannover fue profesor de caminos, ferrocarriles y puentes. En su principal contribución a la teoría de las tarifas ferroviarias, publicada en 1885, recomendó fijarlas según los costos marginales. Arsene Jules Emile Juvenal Dupuit, Jean Jacques Émile Cheysson y Leon Clement Colson, en la misma época, formularon similares propuestas.


-Cuando uno piensa en agricultura, localización y renta de la tierra, automáticamente piensa en Johan Heinrich von Thünen.

-Quien era un junker, es decir, un importante productor agropecuario, de manera que hablaba de lo que observaba en su propia actividad. David Ricardo explicó la renta de la tierra sobre la base de la diferente fertilidad de los campos, von Thünen completó el análisis agregándole la geografía. En un país donde todos los campos tienen igual fertilidad, los más cercanos a las ciudades gozan de una renta por menor costo de transporte. Walter Isard, August Losch y, en su país, Héctor Juan Carlos Grupe, también aportaron al análisis de la localización de la actividad económica.


-La AEA sostiene que para la competitividad de las empresas, la infraestructura y la logística son más importantes que el tipo de cambio y las tasas de interés.

-Vamos por partes. Mejorar la infraestructura y la logística siempre es importante, porque reduce los costos reales y por consiguiente abre o mejora las oportunidades. Para un productor de soja de Salta puede resultar equivalente poder exportar por Rosario, porque funciona el ferrocarril o mejoran los caminos, o porque le aumentan los subsidios, pero desde el punto de vista del país, en su conjunto la situación es bien diferente. El día que el Estado compense los costos de transporte mudaré mi oficina frente a las cataratas del Iguazú, para trabajar gozando de una vista magnífica sin incurrir en costos. Un evidente absurdo.

-Que el Estado invierta en ferrocarriles y caminos, en vez de aumentar el tipo de cambio o reducir la tasa de interés, entonces.

-No deberían ser considerados sustitutos, sino complementos. Además de lo cual hay una cuestión de velocidades.

-Comencemos por esto último.

-Por más que hoy se pongan a trabajar con todo entusiasmo, lleva tiempo que maduren las inversiones en infraestructura y logística. No está claro, por consiguiente, que desde el punto de vista de la sincronización, un gobierno pueda compensar con más ferrocarriles y caminos, los efectos del atraso cambiario y el aumento de las tasas de interés. Más precisamente, ¿cuántas empresas quebrarán por los valores que están adoptando estas últimas variables, antes de que se inauguren las nuevas obras?

-¿Y lo de sustitutos y complementos?

-Alguna vez se sugirió que el aumento salarial podría inducir a los empresarios a capitalizarse y adoptar nuevas tecnologías, para poder pagarlos sin quebrar. Magnífica en los papeles, también cabe imaginar que esto, en vez de tener un final feliz, puede terminar como lo imaginó Ayn Rand en La rebelión de Atlas, es decir, los emprendedores entregándoles las llaves de las empresas a quienes sólo saben exprimir limones que ellos no produjeron.

-Está sugiriendo que cambios en la infraestructura y en la logística deberían ser considerados complementos, no sustitutos.

-Exacto. Como le dije, el avance de un país tiene mucho más que ver con una reducción de los costos reales que con un aumento de los subsidios. La acción sobre el tipo de cambio y la tasa de interés, que en algún momento tendrá que plantearse sobre valores más sostenibles que los actuales, tiene que sumarse a las oportunidades productivas que genera la reducción de los costos de transporte.

-Don Carlos, muchas gracias.