La cosecha camina con interrupciones. El promedio de avance de la de soja, de los últimos cinco años, al día 20 de abril, se aproxima al 42%. Este año para el mismo día tal porcentaje llega a 21%.

Y la realidad es que, hoy, apenas estaría en algo así como 25%. Ayer domingo y hoy lunes, hubo lluvias en distintas parte de la pampa agrícola.

El este de la provincia de La Pampa, buena parte del sur de Córdoba y el sudeste de la provincia de Buenos Aires siguen con un estado de humedad excesiva en sus suelos. En suma, no hay piso para que caminen las cosechadoras.

En las estimaciones, cunde el temor a que las vainas se abran, antes del ingreso de las cosechadoras a los correspondientes lotes.

Este cuadro es en gran parte el que impide una baja aún mayor en los precios locales. Podría decirse que, así las cosas, el piso merodea el valor de $3.600.

Veamos más aspectos de los precios.

Hasta la fecha, uno de los grandes depresores de los precios de los granos -y obviamente de la soja- sin duda ha sido la pérdida del poder adquisitivo del dólar en el mercado local.

El Banco Central pondera el valor del peso argentino en término de las monedas de los principales socios comerciales de nuestro país y, en base a ello, establece un índice: el del tipo de cambio real multilateral. Tal índice muestra una baja del 17% desde diciembre de 2015 al presente. Realmente es una caída muy pronunciada.

Sin embargo, desde la semana pasada se han abierto algunas perspectivas interesantes tendientes a la corrección, al menos en parte, del problema de retraso cambiario.

El martes de la semana pasada, el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, anunció que acelerará las compras de dólares a fin de aumentar las reservas. Tal anuncia ha establecido un soporte para el valor del dólar. Así, hoy, la moneda estadounidense se halla 20 centavos más cara que hace pocos días.

Es muy probable que, de a poco, el dólar vaya buscando un valor más acorde con las posibilidades de competitividad de nuestra economía. Y ello debería redundar en alguna mejora sobre los precios de los granos. No afirmamos que se verifique un aumento sustancial, pero sí que se amortigüe tal retraso cambiario.

Por otra parte –y ahora desde el exterior- han llegado noticias levemente alentadoras.

Se refieren al valor del dólar respecto a las demás divisas. Si bien Janet Yellen, presidente de la Reserva Federal, había insistido en que vendrían dos ajustes monetarios adicionales a lo largo de 2017, ahora se ven signos de cambio. Es probable que tales ajustes no se realicen.

¿Por qué?

Ahora, se nota que existe una suerte de aterrizaje en las proyecciones de crecimiento y se advierte una menor tasa de inflación. No parece casualidad que, ya, las tasas de interés más largas hayan caído.

La Reserva Federal de Atlanta, en su pronóstico Nowcast, ya no prevé que la economía de EE.UU. crezca a tasas elevadas. Ha cambiado mucho su visión.

En febrero, preveía que la economía de EE.UU. iba a crecer 3,5% anual, en el primer trimestre y ahora estima un crecimiento de tan sólo 0,45%.

Ello significa que el dólar no seguirá tan fuerte como se esperaba. Un dólar menos fuerte implica una mejora en los precios de los commodities agrícolas.

De hecho, hoy lunes 24 de abril, la soja finalizó la jornada con un alza a raíz de coberturas de posiciones vendidas por la devaluación del dólar frente a las restantes divisas.

Aún en este cuadro de extraordinaria oferta mundial, emergen algunas lucecitas en el horizonte comercial. Así los precios podrían mejorar, aunque probablemente, poco.