El dato clave de la semana lo dio la Bolsa de Cereales de Buenos Aires al estimar el área sembrada de trigo de la campaña 2017/18. Según la entidad, la superficie sembrada con el cereal se incrementaría 7,8% respecto del ciclo pasado y llegaría a 5,5 millones de hectáreas. Sin derechos de exportación ni manejo de cupos hay condiciones para pagar el "precio lleno". Así, la producción responde. Es tan simple como eso. Sin embargo, en un sector del pensamiento económico y de la opinión pública, la baja de retenciones no es otra cosa que haber favorecido a un "sector rico y concentrado". Omiten que el cultivo sobre el que pesa la mayor carga impositiva, la soja, sólo tuvo una reducción de cinco puntos porcentuales. Y que al final del mandato de Macri la baja será de tres puntos menos que lo prometido en la campaña electoral.

A esa omisión se le agrega la fiscal. Según un trabajo que se presentó en la Bolsa de Cereales porteña, por el incremento de la producción, la cadena de trigo aporta un 27% más de impuestos que cuando tenía retenciones. Es decir, se confirmó lo que tantas veces intentó explicar el ruralismo y la dirigencia agroindustrial de que el supuesto agujero fiscal que tendría el Estado por bajar los derechos de exportación se compensaría por el pago de otros tributos por la mayor actividad. Es un ejercicio económico que debería realizarse si se quieren discutir las retenciones a la soja.

Pese a que las dramáticas inundaciones de las últimas semanas les ponen un paréntesis a las estimaciones de siembra o los cálculos de producción, lo que resulta claro es que la actividad agropecuaria responde positivamente y en el corto plazo cuando las reglas de juego son lo más parecidas a lo que podría definirse como "normalidad". Y esto ocurre en un contexto macroeconómico que sigue siendo complejo. "Sabemos que vamos navegando a buen puerto, pero todavía estamos en medio de la niebla", resume Ezequiel de Freijo, economista jefe de la Sociedad Rural Argentina (SRA). La niebla está en los elevados costos logísticos, la carga tributaria y los problemas de competitividad. "Estamos mejor que el año pasado, la inflación baja de 40 a 22%", dice. No obstante, aclara, el impacto de la inflación es dispar en cada actividad agroindustrial. Están más expuestos los que tienen una mayor incidencia del aumento de los costos internos que aquellos que no lo están. De Freijo cree que es correcto que el Gobierno se focalice "en la lucha contra la inflación", en referencia al debate económico que emergió en las últimas semanas respecto del aumento de las tasas de interés dispuesto por el Banco Central.

Según el economista, otra variable que revirtió la tendencia es la de la economía internacional. "Estados Unidos volvió a crecer y en la Unión Europea se cierra el ciclo de deflación, además no se espera que el dólar se siga revaluando", apunta. "Brasil y Rusia también se están recuperando, fueron dos mercados para las exportaciones agroalimentarias argentinas que el año pasado se cayeron muy fuerte", dice. Este crecimiento será clave para las economías regionales, que a los problemas de competitividad que arrastran se les suma la caída de la demanda externa.

Para avanzar en la competitividad de las economías regionales, el Gobierno quiere firmar una suerte de acuerdo de "Vaca Muerta" con la fruticultura, que productores, exportadores y trabajadores se comprometan a un acuerdo de largo plazo. "No va a ser fácil porque en la paritaria la industria firmó por el 35% de aumento", se quejó un funcionario de Agroindustria que está en negociaciones con el gobierno de Río Negro para encarar el acuerdo.

A otro rubro de la fruticultura, el de los cítricos dulces, en Agroindustria esperan darle buenas noticias próximamente con la apertura del mercado brasileño, según dijo una fuente de Paseo Colón. Allí, en cambio, no cunde el optimismo con la apertura del mercado norteamericano para los limones. Eso sí: lograron colar el tema en la agenda de temas que llevará Macri a su reunión con el presidente de los EE.UU., Donald Trump, esta semana en Washington. También aparecen entre los primeros lugares la apertura para la carne vacuna y las denuncias por dumping al biodiésel. El sector, que aporta más del 60% de las divisas por exportaciones de bienes del país, no puede estar ausente, aunque a veces no se lo reconozca.