CORDOBA.- Un grupo de productores agropecuarios cordobeses y santafecinos que, desde hace al menos tres años, vienen sufriendo inundaciones y anegamientos plantearon observaciones ante la Dirección de Recursos Hídricos de la Nación sobre las obras cuyas propuestas se abrirán a comienzos de mayo para el canal San Antonio. Sostienen que hay problemas en el diseño y que, en vez de una solución, habría más complicaciones.

El San Antonio conecta los ríos Tortugas y Carcarañá a través de 180 kilómetros. La primera canalización se hizo en 1939, en 1980 hubo una inversión pequeña y la que se pondrá en marcha a mediados de año será la primera gran "readecuación".

La Nación licitó los trabajos a mediados de marzo con un presupuesto de $ 711 millones. La mejora del canal apunta a aliviar la situación de 600.000 hectáreas productivas en una de las zonas agrícolas más ricas de la Argentina y unas 200.000 personas entre Córdoba y Santa Fe.

Franco Gai, quien produce en Córdoba y Santa Fe y lidera el grupo que hizo los planteos a las autoridades, explicó a LA NACION que la cuenca original del canal era de unos 300.000 kilómetros cuadrados "contra los 1,250 millones que se quieren servir hoy sin una ampliación acorde".

Señaló que, con la readecuación licitada, se pretende reducir el drenaje de agua a 85 metros cúbicos por segundo cuando se quintuplicaron los afluentes. En la inundación de 2016 se alcanzaron los 200 metros cúbicos por segundo "con unas 2 millones de hectáreas inundadas" en las dos provincias.

Desde Recursos Hídricos confirmaron a este diario que "se tomaron las sugerencias" de los productores "preocupados por el impacto" de la obra y que se están "revisando algunos aspectos técnicos". De todos modos, ratificaron las fechas del proceso.

El grupo de productores insistió en que la obra, tal como está planteada, es "insuficiente" y que "va a inundar" otras zonas. Por ejemplo, señalan que es necesario hacer un sistema de regulación aguas arriba de Córdoba para no generar mayores caudales en las áreas cercanas al arroyo Tortugas y avanzar en los trabajos de más abajo, en Santa Fe, en el río Carcarañá.

Adrián Barrau, productor santafesino, indicó que el canal del Tortugas ya "explotó varias veces, rompiendo el talud por lluvias y por el agua que llega de Córdoba a mansalva". En cada ocasión se debió esperar a que el agua escurra para después poder arreglarlo.

"Reclamamos una obra íntegra, que incluya labores aguas arriba y también en el Carcarañá y que el redimensionamiento del San Antonio sea conforme a los datos actuales. Hagamos los estudios que corresponden, hagamos bien la obra. Esperamos 30 años por esto, somos los principales interesados porque vivimos un drama", dijo.

Aspectos cuestionados

También apuntó que los canales clandestinos que se construyen complican más toda la situación porque provocan un trasvasamiento de cuencas. Subrayó que el arroyo Tortugas trae un caudal inédito porque recibe agua que antes no llegaba.

Barrau sostuvo que hay estudios que demuestran que el área de afluencia del Tortugas creció 700% en 50 años. "El año pasado el gobierno de Córdoba invirtió 200 millones de pesos para obras de saneamiento y para éste anunciaron 500 millones y se van a encontrar con un tapón que es Santa Fe", indicó.

Los cuestionamientos a la obra licitada se basan en que para los caudales de verificación se tomaron series de 1941 a 1950, "lo que pone en duda cualquier estimación por la transformación de la cuenca".

Por ejemplo, se mencionan los cuatro canales que Córdoba amplió el año pasado con el acuerdo de Santa Fe: Martillo Grande, Acequión, El Florentino y Litín. Entre todos transportan 77 metros cúbicos por segundo "lo que equivale al 55% del caudal de 25 años de recurrencia".

Además, describieron en un documento que en el San Antonio desembocan otros 40 canales secundarios, por los que los números de la obra planificada "no se acercan a la realidad". También mencionaron que en el departamento Marcos Juárez, atravesado por la obra, la napa freática pasó de estar a 8 metros de profundidad a un metro con el consecuente cambio de capacidad de absorción de los suelos.