La dura disputa entre esas dos figuras importantes del esquema institucional es un dato político significativo. De hecho, es uno de los temas que más preocupan a Mauricio Macri, porque siempre queda en la ingrata posición de optar por uno u otro. El Presidente considera que éste no es el momento de confrontar con el titular de la Corte, y también cree que esa disputa sería contraria al principio de la división de poderes. De su parte, al menos. Sin embargo, Carrió es una aliada fundamental de Macri; ella fue quien más lo ayudó primero en la construcción de Cambiemos como alianza electoral y luego como coalición gobernante. El Presidente tiene una sola certeza: no romperá con Carrió, mucho menos cuando necesitará de ella en este crucial año electoral.

El momento más dramático de la colisión entre Carrió y Lorenzetti sucedió cuando la diputada presentó un pedido de juicio político contra el titular del Poder Judicial. Hasta ese momento, Carrió había hecho durísimas acusaciones sobre supuestos manejos turbios de Lorenzetti en el manejo del dinero de la Corte. También le atribuyó sociedades y propiedades ocultas. Eran, con todo, declaraciones. El pedido de juicio político estremeció a los otros cuatro integrantes de la Corte (Elena Highton de Nolasco, Juan Carlos Maqueda, Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz), porque podía significar un escándalo político en condiciones de manchar el prestigio del tribunal. Sin embargo, Carrió aclaró siempre que sus imputaciones afectaban exclusivamente a Lorenzetti y no a la Corte. La propia diputada les envió una copia de su pedido de juicio político (148 hojas) a los otros cuatro jueces del máximo tribunal del país.

La tensión en la Corte bajó varios decibeles cuando Macri declaró públicamente que el pedido de Carrió era a título personal y que no expresaba la opinión del Gobierno ni de Cambiemos. Significaba, en los hechos, que no se abriría un período de debate público en la Cámara de Diputados sobre la moral del presidente de la Corte. No obstante, no hay una sola opinión en el tribunal sobre el caso que puso en discusión la honestidad (o la deshonestidad) de su presidente. Highton de Nolasco llegó a pedirle a Lorenzetti que no le hablara más de Carrió, porque es un tema de él, le dijo sin piedad, y no del tribunal. Los otros tres jueces han discutido el tema en conversaciones telefónicas, pero nunca hubo una reunión formal entre ellos para hablar del asunto. La preocupación unánime de los jueces consiste en que podría modificarse la situación anterior, en la que la sociedad tenía una mala opinión de la Justicia y una buena de la Corte Suprema. "Creo que ahora ya es todo lo mismo, la Justicia, los jueces y la Corte", señaló un funcionario del tribunal que suele escuchar a los jueces supremos.

Carrió está convencida de que lo que dice sobre Lorenzetti es cierto. Ella le agrega un dato político a la acusación penal. El presidente de la Corte, asegura, quiere ser presidente de la Nación y para eso llegará al extremo de conspirar contra Macri. Sólo esa certeza explica su frase del domingo pasado: "Macri terminará pidiéndome de rodillas que lo saque a Lorenzetti". Para peor, gran parte de las acusaciones de Carrió fueron ratificadas por un libro de reciente edición (El señor de la Corte, de Natalia Aguiar) que investiga sobre los manejos financieros y políticos de Lorenzetti. El libro fue recibido con alegría por Carrió. No es sólo ella la que habla (y mal) del presidente de la Corte.

Con el correr de los días, el Presidente debió pronunciarse de nuevo, esta vez a favor de Carrió. Sucede que la Cámara Federal dispuso reabrir una denuncia por enriquecimiento ilícito de Carrió, que había sido cerrada en primera instancia. La denuncia no sólo es falsa; también inverosímil. Carrió ni siquiera aceptó aportes privados a sus campañas electorales. Circula una versión según la cual la empresa Odebrecht, en el marco del caso Lava Jato, está dispuesta a entregar información sobre el financiamiento de campañas políticas en la Argentina. Según ese rumor, la única figura política argentina que no recibió donaciones de Odebrecht fue precisamente Carrió. Pero, además, ¿cómo podría haberse enriquecido ilícitamente si siempre fue sólo una legisladora minoritaria (o solitaria)? ¿Qué favores pudo haber hecho desde una banca desolada en la Cámara de Diputados? La resolución de la Cámara es extraña porque está firmada por dos jueces, Martín Irurzun y Eduardo Farah, que tienen prestigio y supieron mantener su independencia durante el reinado cristinista.

Carrió le atribuyó a Lorenzetti la autoría intelectual de esa resolución de la Cámara. Lorenzetti la desmintió ayer. Es probable que el presidente de la Corte haya cometido un error al creer que el respaldo de Macri (o su prescindencia, más bien) le dio márgenes suficientes como para profundizar el combate con Carrió. El juicio civil por daños contra la diputada, que Lorenzetti anunció ayer, tiene forzosamente un trámite previo: la audiencia de conciliación. Habrá que reservar plateas para ver ese encuentro, si es que el encuentro finalmente ocurre. Lo cierto es que ahora es Lorenzetti quien empuja a Carrió hacia un juicio. El error podría ser monumental.

En el medio está Macri, justo en los días en que preveía resolver con Carrió la candidatura de ésta. Lorenzetti fatiga los teléfonos de la Casa de Gobierno cada vez que la diputada le dispara un dardo directo a la frente. Carrió clamó públicamente que no la dejaran sola. Macri se solidarizó con ella. En ese equilibrio siempre inestable, el Presidente debió recibir ayer con sorpresa una noticia de la Corte. El Gobierno creía que había construido una mayoría en el tribunal con Lorenzetti, Highton de Nolasco y Rosenkrantz. Lorenzetti y Highton de Nolasco le deben favores al Presidente. Macri lo salvó a Lorenzetti del escándalo político en la Cámara de Diputados. El Gobierno decidió también no apelar la insólita cautelar que mantendrá en su cargo a Highton de Nolasco cuando haya cumplido los 75 años. Rosenkrantz no le debe nada a nadie.

A pesar de todo, ayer otra mayoría, integrada por Maqueda, Rosatti y Rosenkrantz, revocó una resolución de la Cámara de Casación y ordenó que fuera domiciliaria la prisión del militar Felipe Alespeiti, de 85 años, preso por delitos de lesa humanidad. Lorenzetti y Highton de Nolasco votaron en minoría para que cumpliera prisión en la cárcel. El tema de los militares ancianos, a los que se les desconoce el derecho de la prisión domiciliaria después de los 70 años, preocupa al Gobierno, aunque nunca lo dice públicamente. La posición de la mayoría de la Corte fue clara: aun en los casos de crímenes aberrantes y de deleznables violaciones de los derechos humanos deben prevalecer los principios y las garantías constitucionales. Entre los firmantes de la mayoría estaban los dos jueces más alejados del Gobierno: Maqueda y Rosatti. Su relación con el Presidente es tan cordial como formal. Macri sólo se los ve y habla con ellos en actos institucionales. El mismo día, Lorenzetti le abría un nuevo frente con Carrió en esta trama que nadie sabe cómo ni cuándo terminará. La refutación de Carrió, dura y feroz, es inexorable.