De la mano de una mayor firmeza (algunos la llaman dureza) el Gobierno logró en estas últimas semanas recuperar imagen. Al menos, dicen los analistas de encuestas, Mauricio Macri dejó de caer en la percepción del electorado. Pero esa tendencia a mostrarse como un gobierno que enfrenta los paros docentes, los piquetes, las marchas de la CGT y las mafias gremiales estaría encontrando su límite. En los últimos días, desde la Casa Rosada y desde La Plata empezaron a aparecer gestos más conciliatorios.

El punto culminante de esta imagen de dureza la dio el propio Macri, el viernes 7, horas después de la medida de fuerza de la CGT. Dijo “Siento que ayer no paro el país, al contrario: se activó el cambio”. Cuestionó la medida. Y luego desafió: instó a “quienes se aferran al pasado” a “dirimir las diferencias en las elecciones de octubre”. Pero bajo la superficie de esos planteos empiezan a moverse otras fuerzas.

“Si se siguen los hechos día a día, mirando el corto plazo, puede ser que se vea al Gobierno endureciéndose, pero hay que tener una visión más amplia”, dice uno de los hombres que más trabaja en la imagen del Poder Ejecutivo. El funcionario se refiere al pasado: “Esto no arranca acá, hicimos antes cosas fuertes como la negociación con los fondos buitre, o el acuerdo de Vaca Muerta, donde nos plantamos”. Es una visión parcial. Pero miremos algunas de las situaciones de los últimos días:

- El fin de semana pasada el gobierno porteño se negó a la instalación de la Escuela Itinerante de los docentes en Congreso. Hubo forcejeos que le oposición denunció como represión violenta. Pero luego la gestión de Horacio Rodríguez Larreta autorizó la instalación de la carpa antes rechazada, por una semana. Algunos en la Casa Rosada se preguntan qué pasará si al vencer el plazo los docentes no se van de allí. Pero el hecho es que se pasó de una negativa apoyada por fuerzas de seguridad a un permiso rápidamente concedido.

- En medio de los tironeos con los popes de la CGT por el paro, el Presidente denunció las mafias gremiales, mientras en su entorno dejaban trascender que ya tenían nombres para señalar. Y el ministerio de Trabajo planteaba una recomendación sobre las elecciones gremiales que jaqueaba a gran parte de la dirigencia actual, ya que exige voto transparente, cupo femenino y que los candidatos no tengan sentencias en contra. Sin embargo, en lo más alto del Gobierno hoy enfrían esos avances. Cuentan en la Casa Rosada de un ministro que saludó a uno de los triunviros de la CGT días atrás diciéndole: “Vos sos malo, pero los que vienen atrás tuyo son peores”.

- María Eugenia Vidal viene de enfrentar a los docentes, que hicieron una cadena de paros. Su dureza pareciera haberla dejado ganadora en la compulsa, al menos por la caída del nivel de adhesión a la medida de fuerza, que terminó levantada. Pero ahora citó a los maestros para el lunes a las 17 horas, para discutir una nueva propuesta. En la gobernación señalan que esta vez la discusión será mas ambiciosa, que no sólo se hablará de salarios, sino también de cómo mejorar la educación, incluyendo el polémico tema del ausentismo. Pero la negociación será reabierta.

“Es que si mirás las encuestas, algo así como dos tercios de la gente está en contra de los piquetes y pide que sean levantados, pero cuando preguntás si se puede reprimir, dos tercios de los preguntados dice que no se debe reprimir”, dicen en la Rosada. “La misma gente que pide dureza es la que inmediatamente se da vuelta si hay problemas”, añaden. Y por eso empiezan a poner algunos paños fríos a parte de esa dureza de las últimas semanas.

Una analista política independiente le da una interpretación diferente a ese giro que se puede percibir en la actitud oficial. “Es que es difícil sostener una polarización extrema con el kirchnerismo, los gremios, los maestros, durante tanto tiempo como falta para las elecciones -dice-. Si lo hubieran hecho más cerca de octubre se entiende, pero sostener la crispación tanto tiempo no es posible”.

En el fondo pareciera tratarse de un juego de equilibrios. El Presidente parece tener una balanza con dos valores: Gobernabilidad y Crecimiento. Esto es, poder político, control de la agenda pública, dominio sobre la oposición, por un lado. Reactivación económica, recuperación salarial, freno de la inflación, por el otro. Cuando uno de esos valores falla, el Gobierno pareciera apelar a inflar el otro.

En el invierno del año pasado el oficialismo apostaba a la recuperación en el segundo semestre. No fue. Luego se jugaron a que llegaría en el primer trimestre de este año. Pero en febrero y marzo el consumo se desplomó. Ahora aseguran que los números mejorarán en el segundo trimestre, el que ya empezó. Eso no termina de concretarse, al menos hasta ahora. ¿La apuesta entonces es mostrar fortaleza en el otro frente, el político?

“Es que si la economía no arranca, el Gobierno tendrá que encarar las elecciones con política pura, no con mejores números en el bolsillo de la gente -dice uno de los analistas más escuchados en la Casa Rosada-. Reforzar la idea de la gobernabilidad es una de las cartas a las que apelarán. Otra puede ser la separación respecto al pasado, y ahí reaparece la polarización con el kirchnerismo”.

En otras palabras: si no hay buenos resultados para mostrar y que sean la justificación del voto en octubre, si no pueden enfrentar las urnas con un plebiscito sobre la gestión de Macri, parecen pensar que sería mejor encarar la compulsa electoral como si se volviera a 2015: el pasado frente al futuro, Macri versus Cristina, el concepto del cambio.

Pero ese campo de batalla encierra trampas peligrosas. Una de ellas es que donde Cristina es fuerte, Macri es débil. Y que en ese territorio, el Gran Buenos Aires, puede concentrarse gran parte de la pelea. En el interior de la provincia de Buenos Aires Cambiemos está mejor, alimentado por la reactivación del campo. Pero aún cuando la economía creciera un 2,5, 3 o 4 por ciento, esa recuperación difícilmente llegue a los suburbios industriales, especialmente en el sur y el oeste del GBA.

Ese análisis es el que ha hecho que en las últimas semanas el equipo de María Eugenia Vidal empiece a mirar con más cuidado la política de polarización fuerte. Creen que podrían quedar atrapados en una zona de riesgo que los inquieta.

En el frente gremial la precaución parece ser similar. “Hasta que pase el 17 de mayo no hay ninguna posibilidad de diálogo, pero después nos sentamos a hablar”, dicen en el entorno del ministro Jorge Triaca. ¿A qué se refieren? El 17 de mayo es la elección de Suteba, donde Roberto Baradel pelea su dominio frente a la aguerrida Romina del Plá, del PO. “Hasta ese momento, toda la discusión sindical va a estar crispada, no se puede hacer nada serio”, se excusan los funcionarios. La cúpula de la CGT coincide: prefieren esperar antes de entregar una foto con el Gobierno.

Y es en ese escenario donde aparece otro gesto de esta “flexibilización de la dureza” de la que venimos hablando. En la Casa Rosada ya se escuchan voces que reclaman a Vidal que saque el aumento por decreto “y le deje una salida elegante a Baradel”. En La Plata se niegan terminantemente a hacerlo. Habrá que ver el lunes qué fuerza gobernó la cita bonaerense con los docentes.