LA HAYA, Holanda. La Universidad de Wageningen es mucho más que la número uno de su tipo en el mundo. Es también una muestra a escala de lo que puede lograr el modelo holandés de producción, un esquema basado en la productividad y la eficiencia, de la mano de la articulación entre el Estado, el sector académico y los privados.

Ésta fue, seguramente, una de las cosas que comprobó el presidente Mauricio Macri en su reciente visita de Estado. Se trata, por otra parte, de algo que bien puede aplicarse en la Argentina, que, a ojos holandeses, tiene un gran potencial productivo, si define políticas claras de desarrollo.

Aalt Dijkhuizen, presidente del Dutch Top Sector Agri & Food de la Universidad de Wageningen, explica que el modelo holandés de producción es un método basado en el "triángulo de oro", es decir, la conjunción de tres patas: la estatal, la académica y la privada.

No le ha ido mal a Holanda aplicando esta receta. Es el segundo exportador de productos agropecuarios en el mundo, después de los Estados Unidos. "Parte se produce aquí y parte son productos que importamos, les agregamos valor y después los exportamos", dice Dijkhuizen.

Además, el sector agropecuario representa aquí el 10% del producto bruto interno, el 10% del empleo, el 25% de las exportaciones y el 50% del valor agregado en las ventas al exterior. Y todo eso Holanda lo logra con sólo dos millones de hectáreas de agricultura y 100.000 productores.

"Como universidad, nos importa más la productividad que el tamaño. Si bien tenemos poca tierra acá, contamos con mucha tierra en otros países, porque importamos productos desde allí con los que después producimos otras cosas acá. Por ejemplo, importamos granos desde la Argentina y con eso alimentamos las vacas con las que luego producimos leche", explica Dijkhuizen.

Aquí, la industria agroalimentaria es la que define las prioridades para la mayor parte del financiamiento del Gobierno. Por otro lado, el consumidor es el que decide qué producto se consume, y la tecnología es la que apoya todo para generar ese producto.

El modelo holandés también "sabe" readecuar sus metas, cuando comprueba que hay otras más eficientes. Hace unos años se propusieron que al menos el 10% del total de la energía del país sería bioenergía, pero se dieron cuenta que eso no era eficiente y dieron marcha atrás (hoy solo 5% es bioenergía).

Nada se desperdicia

Un invernáculo de 7000 metros cuadrados es una pequeña muestra de lo que están haciendo los holandeses en cuestiones de productividad. Allí se pueden ver ensayos donde experimentan el efecto de distintos colores e intensidades de luz led para mejorar la producción y calidad de tomates (se trata de una técnica que también se puede aplicar a otros cultivos).

Aquí es donde se ve bien el "triángulo de oro": en un estudio colaboran Philips (sector privado), INRA (como el INTA, pero de Francia, como representante del Estado) y Wageningen (sector académico). "Si los productores no estuviesen interesados, estos ensayos no estarían aquí. Esto quiere decir que sólo hacemos algo si tiene algún sentido de aplicación", acota Dieleman.

Otro ejemplo de articulación de lo público y privado se encuentra en la cercana Rotterdam, en el Programa de Valorización Delta Technology and Water. Allí cuatro emprendedores construyen barreras para contener el avance del agua. "Los emprendedores que vienen con una idea, pueden trabajarla y tener un ámbito de experimentación", comenta Friso Vosdwael, Project Manager del Programa.

Estas especies de barreras para contener el agua (las hay en forma de cubos encastrables, de tubos de goma y de una especie de silobolsa con agujeros), ayudan a los productores para mantener sus campos secos y aumentan, por lo tanto, su productividad. "Son inventos que no podrían haberse desarrollado si no hubiéramos tenido el apoyo de la universidad y del Estado", cuenta Marcel Wijnberg, de Tube Barrier, una de las empresas que desarrolla uno de estos productos.

Unidos enseñan a colaborar

Henk Ovink, Enviado Especial para Asuntos Internacionales del Agua, cree que la única forma de dominar el agua es la colaboración. "La colaboración trae el mayor valor agregado", afirma Ovink que lidera un organismo creado hace dos años para llevar la experiencia de Holanda al resto del mundo.