Los exportadores de biodiésel de Argentina no reciben subsidios del Gobierno, pero pueden acceder al aceite de soja -del que el país es el mayor proveedor global- a un precio menor al del mercado internacional, ya que la exportación del subproducto está gravada con un impuesto del 27 por ciento.

Argentina aplica un impuesto a la exportación de biodiésel que varía cada mes. Actualmente, el tributo es del 6 por ciento.

Las importaciones de biodiésel de Estados Unidos casi se duplicaron en 2016 frente al año anterior, y el 64 por ciento del total fue provisto por Argentina, de acuerdo con datos de la Administración de Información de Energía estadounidense (EIA, por sus siglas en inglés). Según la NBB, el biodiésel argentino se vende un 23 por ciento por debajo del precio de mercado.

"Nosotros tenemos mucha más disponibilidad de materia prima y condiciones para exportación y estamos más orientados a la exportación que lo que está Estados Unidos", dijo Víctor Castro, director ejecutivo de la Cámara Argentina de Biocombustibles, que representa a gigantes exportadores como Cargill, Bunge y Louis Dreyfus.

Los representantes del sector afirman que la cercanía entre los centros productivos y los complejos agroexportadores de Argentina permiten ahorros de transporte, lo que también ayuda a que el biodiésel sea más barato, y que los argumentos de los productores estadounidenses ya fueron refutados por la OMC.

"Por eso llama más la atención el pedido de los productores de biodiésel de Estados Unidos, sabiendo esto. Pero el sistema es tan burocrático y se tarda tanto que te dejan años afuera del mercado aún sin tener una razón, y ese es el juego que ellos están buscando", dijo Castro.