La Argentina debe enfrentar esta situación analizando no sólo su impacto comercial , sino también las consecuencias políticas, reales y potenciales. Debe a su vez calibrar la implementación de una estrategia de "horizontes diversos" que busca tener relaciones positivas y simultáneas con el exterior próximo, las potencias establecidas y las emergentes.

La zona de angustia y ansiedad que toma forma en los Estados Unidos, Europa y China, comienza a manifestarse en formas visibles e impactantes. Así, el diario The New York Times especula con cuál será el momento "Reichstag" -en alusión al incendio del parlamento alemán por parte de seguidores de Hitler-, que permitirá a Donald Trump acrecentar sin límites su poder. En Alemania la revista Der Spieglemuestra en su tapa a Trump con la cabeza degollada de la estatua de la libertad en sus manos y un cuchillo en la otra. Al diario South China Morning Post le cuesta creer que una carta de Trump, en la que acepta la posición oficial de una "una (sola) China", logrará tranquilizar a su dirigencia. Y ante un potencial entendimiento entre Estados Unidos y Rusia, nota un cierto alivio al confirmar que Vladimir Putin visitará China dos veces en 2017.

Mientras tanto, el análisis en la Argentina sobre la relación con el gobierno de Trump parece pasar sobre todo por lo comercial, seguido de una entendible inclinación a establecer una agenda positiva en lo político. Así, un tema donde surgen evidentes coincidencias es Venezuela, con el presidente Macri denominando "pseudodemocracia" a ese país.

Sin embargo, la relación con los Estados Unidos amenaza con ser un desafío de enorme magnitud para el Gobierno. Como escenario de mínima habrá que tratar con una administación que buscará imponer su peso en una relación de tipo bilateral. En lo comercial, se vislumbra la prefrencia por los intereses de los lobbies americanos por sobre los deseos de los exportadores argentinos. En materia de seguridad y de antiterrorismo, podría haber más ímpetu en imponer puntos de vista. Ante esto, habrá que determinar qué concesiones pueden hacerse y cuáles no, procurando ante las primeras, obtener a cambio compensaciones concretas y de proporciones similares, sin perder grados de autonomía.

Como escenario de máxima, la administración Macri puede encontrarse con un líder autoritario en los Estados Unidos lidiando en forma pragmática , o no tanto, con dos regímenes de naturaleza autoritaria, China y Rusia. Ante este escenario se debe ajustar la ejecución de una estrategia de "horizontes diversos". Habrá que continuar fortaleciendo lazos políticos y económicos con Europa, Canadá, Japón y Australia. Con respecto de las potencias establecidas, habrá que potenciar las relaciones económicas y políticas con India y la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean).

Mientras tanto hay que mantenerse alejados de posibles enfrentamientos entre los Estados Unidos, China y Rusia, y mantener las mejores relaciones bilaterales posibles con cada una de estas potencias. En cuanto al exterior próximo, será necesario implementar una estrategia dual que maximize la relación con el Mercosur y con los países de la Alianza del Pacífico. A su vez, habrá que prepararse para enfrentar posibles conflictos a nivel internacional y consensuar a nivel interno las posiciones a tomar. Algunos ya se evidencian y otros comienzan a provocar angustia. Entre los primeros podemos citar el conflicto entre Ucrania y Rusia, tras la ocupación de Crimea. Entre los que causan angustias podemos citar la disputa entre China y varios países del Asean (Filipinas, Vietnam, Malasia, Brunei) y Taiwán, con respecto a los islas Spratly, y con Vietnam y Taiwán con respecto a las islas Paracell, ambas al sur del Mar de China.

También se especula con el enfoque que puedan tomar los Estados Unidos con respecto a la situación en Siria. Se nota a su vez, aunque sea más improbable, una velada ansiedad en Europa ante la idea de que un entendimiento entre Trump y Putin limite la independencia de los países bálticos. En este entorno incierto, calibrar la implementación de una estrategia de "horizontes diversos" y acordar posiciones a nivel interno con respecto a cambios posibles por parte de los Estados Unidos fortalecerá nuestra política exterior.

Doctorado en Relaciones Internacionales y miembro consultor de CARI y Cippec