El inicio de la gestión de Mauricio Macri está signado por un proceso de reacomodamientos de precios relativos que castigó los niveles de consumo. Las tasas de interés reales se ubican en terreno positivo después de diez años, las tarifas de los servicios públicos y el costo del transporte están recuperando el terreno perdido ante la inflación y el tipo de cambio real (multilateral) está 25% por encima de diciembre de 2015.

Estos cambios, junto con algunas exenciones impositivas, puntuales generaron fuertes incentivos para las exportaciones y la inversión (creciendo 17% y el 6% interanual en el cuarto trimestre de 2016, respectivamente).

La pregunta entonces es por qué el consumo privado, gran ganador del modelo anterior, registra caídas muy superiores a las observadas en los ingresos de las familias. Podemos identificar al menos cinco canales a través de los cuales el consumo “sufrió” la gestión de Cambiemos: I) pérdida en el poder adquisitivo, II) caída del empleo privado, III) incremento de los incentivos al ahorro, IV) aumento de la incertidumbre V) cambio en la composición del gasto de los hogares. A estos factores podemos sumar problemas de medición asociados a los cambios en los hábitos de consumo (los supermercados pierden participación frente a los canales tradicionales o pequeños comercios) los cuales dificultan tener un buen seguimiento de esta variable.

En 2016 los salarios reales del sector privado cayeron en torno a l 5%. Sin embargo, las mediciones de consumo se contraen en órdenes de magnitud muy superiores a las observadas en los niveles de ingreso corriente: 9% para supermercados, 14% en shoppings y 7% en ventas minoristas (CAME). ¿Cómo podemos explicar estas discrepancias? La caída en los niveles de empleo privado, especialmente en la industria y la construcción (-2,2% y -9,1%), afectó la capacidad de consumo de muchas familias de ingresos medios y bajos, las cuales se caracterizan por una elevada propensión al gasto. Por otra parte, el BCRA elevó las tasas de interés relevantes para las decisiones de ahorro-consumo por encima de los niveles de inflación, incentivando a los hogares a reducir sus niveles de gasto corriente para “aprovechar” estos rendimientos. Finalmente, el futuro incremento anunciado en el precio de algunos servicios “insustituibles” (como las tarifas y el transporte) genera comportamientos precautorios en los hogares debido a que la magnitud del aumento resulta incierta. A su vez, los incrementos de tarifas observados en el pasado fuerzan a las familias a reducir el consumo de otros bienes, generando caídas muy marcadas en bienes de consumo durable y servicios discrecionales. Estos factores sumados a los problemas de medición mencionados permiten explicar la sobrereacción del consumo respecto a los cambios registrados en el ingreso disponible.

¿Y cómo sigue?

Hacia delante se esperan algunas mejoras que favorecerán la dinámica del consumo entre los que se destacan la recomposición de los salarios y la recuperación en los niveles de empleo, especialmente en la construcción y sus encadenamientos. Ambas mejoras junto con el avance del proceso de desinflación afectarán positivamente las expectativas de los consumidores, apuntalando el consumo antes de las elecciones.

Sin embargo, otros factores seguirán actuando como freno. En primer lugar, la política monetaria continuará con su proceso de desinflación manteniendo las tasas de interés nominales por encima del incremento (esperado) de los precios, de esta forma se mantendrá el premio al ahorro en detrimento del consumo. En segundo lugar la recomposición de tarifas seguiría presionando los ingresos “disponibles” (después de impuestos, tarifas y servicios indispensables como el transporte) de las familias, generando incertidumbre y forzando la sustitución del gasto en detrimento de bienes no indispensables o de consumo discrecional (por caso esparcimiento, vestimenta y cuidado personal). Estos factores, en su conjunto, permiten predecir que el consumo crecerá por debajo del promedio de la economía, la cual sería traccionada además por la inversión y las exportaciones.