Como que no hay alegría que les dure, digamos, una semanita. Lógicamente, las cosas que a él lo ponen mal a ella la hacen bailar en una pata, y lo mismo a la inversa. Por ejemplo, Mauricio sufre con el paro docente, y a Cristina nada la hace más feliz que ver las aulas vacías. A Galli, el intendente Pro de Olavarría, Macri quería comérselo crudo; Cris, darle ánimo para que siga organizando recitales. Un ejemplo de lo contrario: a Cristina la martirizan los audios de los descarnados diálogos con Parrilli, en los que quedan expuestos sus ataques de cristinitis aguda, mientras que Mauricio usa esas grabaciones como música de fondo cuando se ducha.

A propósito: el otro día, un panelista de Intratables dijo que Cristina debería renunciar a la política después de conocerse, en el audio revelado por Luis Majul, que mandó a "apretar a los jueces". Parece que, a solas en su casa de El Calafate, lo estuvo pensando, meditando, reflexionando. Y que llegó a la conclusión de que sí, que hay que apretar a los jueces.

Pero sigamos con el ajetreado día a día de nuestros dos máximos referentes. Macri, que estaba ilusionado con el anuncio que iba a hacer el miércoles del acuerdo en la industria automotriz, vio cómo esa presentación se diluía en un mar de paros y piquetes, con la ciudad y sus accesos convertidos en un pandemónium. Hay tantas protestas que en cualquier momento puede haber choques entre grupos piqueteros: "¡Che, dijimos que la 9 de Julio la cortábamos nosotros!" Es cierto que también puede haber colaboración, confraternidad: "Compañeros, ¿nos prestan esa familia entera que trajeron así viene la televisión?"

Un ministro me comentó que mientras eso pasa en Buenos Aires, en el resto del país todo el mundo está trabajando, sigue el avance de grandes obras de infraestructura y el campo empieza a derramar los ingresos de la cosecha récord. OK, OK, pero en la región metropolitana viven 13 millones de personas. No sé si me explico. Y además está esa cosa horrible de que los que viven ahí es como que votaran doble. Obviamente el Gobierno está bajo el síndrome Kosteki y Santillán (muertes que le costaron la presidencia a Duhalde), y entonces sujeta la mano, sobre todo en un año electoral. No quiere regalar ni un segundo de represión. Sabe que la bandita de golpistas daría la vida por una corrida, el machetazo de un cana y, no te digo nada, un poco de sangre. Se entiende eso, pero Mauricio, déjeme decirle que entre "piquete cero" y "calles libres cero" debe haber algo en el medio, ¿no? Le tiro una idea, inspirada en una gran columna del año pasado de mi colega Fernando Iglesias. Como ya sabemos cuál es el origen político de muchas de las movilizaciones, y su objetivo, párese usted frente a los piquetes y diga: "Quiero hablarles con la mano en el corazón. Éste es un manual para desestabilización de gobiernos que tiene su historia. El primer tomo de este manual se inauguró en el final del gobierno del doctor Alfonsín. Fue obra de sectores políticos, fundamentalmente sectores del PJ. Lo mismo pasó en 2001. Toda la vieja historia que ya conocemos los argentinos". Cuando termine de decirlo, agregue. "No son palabras mías. Son de Cristina Kirchner, en diciembre de 2012".

Las protestas van a seguir, pero por lo menos los zamarrea un poco. Y, de yapa, le hace pasar un mal rato a Cristina, que cuando se sienta a organizar paros y bolonquis es como que rejuvenece. Es lógico, porque le está yendo bárbaro con esas movidas. En cualquier momento se presenta como piquetera exitosa.

Claro que su agenda también está repleta de sinsabores. Esta semana, Stiuso, alias "Jaimito el travieso", le atribuyó haber puesto al general Milani al frente de un servicio de inteligencia paralelo para espiar a políticos, jueces, periodistas... Una acusación gravísima. Para mí, inverosímil. Una burda mentira. La inteligencia paralela no era la que manejaba Milani, sino la de la SIDE. Hay que tener un poco más de respeto por Milani, paladín de los derechos humanos, y por el servicio que puso en marcha, al que la Casa Rosada dotó de poder, recursos y tecnología como para que pudiera vigilar, por ejemplo, los sótanos ultrasecretos donde Lázaro guardaba los dólares de Kirchner & Báez Sociedad del Estado. No sea cosa de que se perdiera alguno. En cambio, la SIDE había perdido toda consideración a los ojos de la señora, porque ni Larcher ni Stiuso le resultaban ya confiables. Se propuso entonces descabezar el organismo. Si cabe la incongruencia, vaciarlo de inteligencia. Lo dejó en manos de Parrilli.

El otro garrón que se comió Cristina esta semana fue la detención de los narcos que se habían apropiado de la intendencia de Itatí, gente del Frente para la Victoria. Eran tantos los detenidos que se los tuvieron que llevar en dos ómnibus. Ésa es la imagen que aterroriza a Cris: bondis llenos de tropa propia camino de la cárcel. Ya ha tenido pesadillas en las que ve un penal dedicado por completo a su familia y a sus funcionarios y empresarios amigos. Y, en la entrada, un gran cartel con el nombre del establecimiento: CPK. Centro Penitenciario Kirchner.