El presidente Mauricio Macri visitará Holanda a fin de mes para avanzar en su agenda de atraer inversiones, incrementar el comercio entre los países y obtener colaboración en temas clave para Argentina: el manejo del agua, la agroindustria, la infraestructura y energía.

Partirá de un país en que las empresas y sindicatos muestran sus rigideces a la hora de enfrentar la apertura de la economía para encontrarse con un país abierto a la globalización, que en una superficie de sólo 45.000 kilómetros cuadrados logró ser el segundo exportador de alimentos del mundo (95.000 millones de euros en 2016), gracias a alta productividad (sus productores crean cinco veces más valor agregado que el promedio europeo), eficiencia e intensiva en conocimiento.

Volará desde una Argentina que lidia con la suba de tarifas y las inundaciones hacia una nación donde una familia tipo paga 50 euros por mes en la factura de agua, 2% de su ingreso. Y que, con un suelo surcado por canales y un tercio de su territorio por debajo del nivel del mar, el tema "agua" es dominante, el sector cuenta con cuatro formas de gobierno para evitar las inundaciones, bajar la contaminación y generar energía.

Además, un pueblo que usa la "colaboración" como principal política no sólo para crear gobierno, sino también para evitar los conflictos gremiales y lograr acuerdos ambientales.

La agroindustria, que en Holanda genera el 10% de su PBI y ocupa el 10% de su empleo, planea a largo plazo: porque en los próximos 40 años la producción de comida será superior a la de los últimos 4000 años, como consecuencia de que la población mundial que crecerá de 2000 millones a 3000 millones y una clase media que se engrosará en 3000 millones.

Creó un sistema de colaboración entre gobierno, las universidades y las empresas privadas que le permite experimentar para obtener mayor productividad e incrementar la calidad. Pero también reducir el impacto medioambiental de esa mayor producción e incrementar la reutilización de los desperdicios.

En la universidad Wageningen funcionan los invernaderos donde los tubos de luz led iluminan la producción de flores y hortalizas. Sobre una producción de tomates, Philips prueba la luz roja y azul, la universidad regula el uso de la luz artificial y mide el aumento de productividad (15% en este caso), en tanto los productores visitan la muestra para chequear de primera mano el nuevo método.

La complementariedad con los productores argentinos invita a las inversiones holandesas. "Argentina está mucho más en el radar desde que el presidente Mauricio Macri se abrió al mundo. Se necesita una economía estable y confiar el uno en el otro", dijo Aalt Dijkhuizen, presidente de Topsector Agri&Food, en una reunión con periodistas.

Según explicó las empresas holandesas están buscando oportunidades en Argentina. "Se necesitan buenos ejemplos para contar a otras compañías y que éstas sigan los buenos ejemplos", explicó.

Las empresas holandesas también requieren que el Mercosur firme el tratado de comercio con la Unión Europea para reducir los aranceles de importación de productos argentinos, de manera de compensar los altos costos que impone el flete.

La empresa Staay Food Group solía importar mandarinas del litoral argentino, pero los impuestos del 16% le impedían competir. Según explicó Richard Kamstra, del departamento de ventas, un menor arancel incrementaría el volumen de comercio y "un mayor tráfico entre ambos países permitiría a los barcos ir directamente en vez de necesitar hacer dos o tres paradas en otros países para completar la carga".

Atentos al cambio climático

En el manejo del agua, Holanda, además de tener un cuarto nivel de gobierno elegido por el pueblo para administrar el agua y su calidad, y un programa Delta, para proteger al país de las inundaciones producto del cambio climático, cuenta con un embajador, Henk Ovink, que depende del Ministerio de Infraestructura. "No valoramos el agua, no hay suficiente. Podemos vivir con menos agua", dijo, y aseguró: "El precio tiene que ser realista, más caro de lo que es ahora".

Una familia tipo en Amsterdam pagaba en 2015 unos 657 euros por año (o 55 euros por mes) en su factura de agua, un 2% del ingreso promedio anual. La empresa cobra por el control y provisión del agua (142 euros), por el manejo de los residuos (161) y de las aguas negras (149) y por el agua bebible (205). La empresa Waternet ya había reducido los costos de energía respecto de 2006 gracias al tratamiento de sus fangos que realiza la planta de AEB, que produce energía desde residuos, a su lado.

El tratamiento del agua llevó a Holanda a haber construido en los 90 una barrera de dos puertas (Maeslant) que la protege de una inundación proveniente de una tormenta del Mar del Norte que ya sufrió en 1953 y puede suceder cada 10.000 años.