Y una nueva paritaria, que los Kirchner no hubieran permitido: la de los movimientos de desocupados, que van convirtiendo la asistencia en un salario. Hasta fines de abril, cuando se cierren los grandes acuerdos, seguirán las turbulencias. Pero cuando se examina cada discusión, se advierte que las disputas van más allá de los ingresos de trabajadores y desempleados.

Los sindicatos están tomando posición frente a los dos vectores que, se supone, guían la política económica: la reducción del déficit fiscal y el incremento en la competitividad de los sectores productivos. La movilización de los maestros cobija otra tensión. Es la formación de un frente de estatales para resistir un ciclo de ajuste en el gasto público. Roberto Baradel pretende encabezar esa organización. El paro de la CGT, que será convocado hoy para el 6 de abril, expresa un desasosiego que excede al sindicalismo. Encarna las demandas de un empresariado que necesita protección. Son batallas preventivas. Mauricio Macri ha sido tímido para concretar lo que promete o le atribuyen.

Durante el asado que ofreció a sus legisladores hace dos semanas, Macri fue más explícito que de costumbre: "En la economía que viene va a haber ganadores y perdedores. Por sector y por región. Unos están arrancando ahora. Otros, más adelante. Pero algunos no van a tener continuidad en el nuevo sistema productivo". Sería un error, en este contexto, subsumir los enfrentamientos de estos días en la confrontación con el kirchnerismo. Son más interesantes. Ya no alimentan la polémica de Macri con el pasado inmediato. Está aflorando el estrés del presente y el futuro. Intereses que se sienten hostilizados, y cuyas raíces se hunden en un tiempo muy anterior al de los Kirchner. Un ejemplo: ayer Carlos Regazzoni fue desplazado del PAMI. En el cambio influyó Jorge Macri, desde el grupo Bapro, por la contratación de un bróker de seguros que, para pesar de Nicolás Caputo, indigna al Presidente. Pero la razón principal que terminó con Regazzoni fue su demora en reducir costos. Y ya se sabe cuáles son los más importantes: los contratos con la voraz industria farmacéutica. Lo liquidó Gustavo Lopetegui. Se relame Mario Quintana. Al PAMI llega Esteban Cassinotti, desde el IOMA, donde se enfrentó con Baradel, que es director de esa entidad. Ayer fue día de despidos: también exoneraron en la AFI al tenebroso fiscal Eduardo Miragaya. ¿Se sumará a las huelgas Silvia Majdalani?

Con independencia de este marco general, la estrategia oficialista consiste en remover con medidas concretas los factores que estimulan cada reclamo. Es lo que intentó ayer María Eugenia Vidal adelantando $ 1500, más un premio por presentismo a los que no pararon. Vidal, imitando un método de Daniel Scioli, admitió la legitimidad del reclamo. Pero se propuso diferenciar a los gremialistas de sus bases. Ella cree que, a fin de mes, cuando a los maestros se les descuenten las inasistencias, se ampliará esa grieta. Y se entusiasma con un dato: la huelga nunca superó el 70% de adhesión y hoy ronda el 50%. Son niveles más bajos que los que padecía Scioli.

El oficialismo tiene un límite: la opinión pública avala la demanda de los maestros. Aunque repudie las huelgas. Es un criterio clave en la discusión interna del Gobierno. Macri pretendió instalar una mesa nacional en el Ministerio de Educación para que los sindicatos debatan con el Estado todos los aspectos de su actividad, menos los salarios. Hasta imaginó televisar las deliberaciones. Algunas informaciones le darían la razón. Según un estudio del experto Alejandro Monduchowicz, la ineficiencia del sistema, que incluye el ausentismo, cuesta $ 50.000 millones por año.

En Francia hay 38 institutos de formación docente. En la Argentina hay 1300, debido a que los gobernadores los regalan a los municipios amigos. Cada uno cuesta $ 11 millones al año. En Buenos Aires algunos maestros siguen cobrando después de muertos. Hay escuelas rurales a las que se envían alumnos para que no cierren, porque allí los salarios son más altos. En 2014, en la Capital se detectaron 14.000 casos de maestros que si concurrían a los lugares donde cobraban un sueldo, habrían trabajado "las 24 horas del día y a la noche también", como dijo el prócer. Sin hablar de la opulencia de algunos gremialistas. A propósito: ¿de quién es la mansión uruguaya, custodiada, frente al río, en Solís Grande? Para el preceptor Marcos Peña es peligroso que Macri conozca estos detalles. En cualquier momento se saca la mordaza y habla del "curro docente".

Macri cree que la polémica sobre estas deformaciones, en una paritaria nacional que excluyera los salarios, permitiría un gran lanzamiento electoral. Debió resignarse cuando Vidal y Esteban Bullrich le hicieron notar que "los gremios se levantarían de la reunión gritando que lo esencial está sin resolver, y la gente les daría la razón". Anteayer, Vidal desnudó otra fisura. Le dijo a Frigerio: "Te agradezco el apoyo. Porque Durán Barba aconsejaba retroceder y abrir la paritaria nacional".

La inconveniencia de nacionalizar la negociación endurece la relación con Baradel. El líder del Suteba sueña con enfrentar a Macri en nombre de los empleados estatales, amenazados por la política fiscal, como jefe de una CTA unificada. Antes debería alcanzar la conducción de la Ctera. Pero este sello sólo tiene razón de ser si se convoca a una paritaria federal. Por eso se declaran huelgas nacionales para reclamar por salarios provinciales.

Baradel también enfrenta inconvenientes. Los otros dos sindicatos provinciales, la FEB de Mirta Petrocini y la Udocba de Miguel Díaz, no integran la Ctera ni la CTA. Vidal pretende abrir más diferencias entre ellos. Tanto Petrocini como Díaz le enviaron mensajes. ¿Están dispuestos a negociar? Su pretensión no sería, como exige Baradel, del 35%.

Otro problema de Baradel son las cifras. Cristina Kirchner, heroína de la distribución del ingreso, dejó un salario mínimo docente de $ 5600. Y un mínimo vital y móvil de $ 6000. Existía la paritaria nacional. No servía de nada. En 2016 se estableció que el mínimo docente debe superar en 20% el mínimo vital y móvil. Éste será, con la próxima actualización, de $ 9430. Y el mínimo docente, de $ 11.300. Corolario: desde que no hay paritaria nacional el piso del sueldo docente se duplicó.

Baradel debe encubrir también que 14 provincias ya cerraron las paritarias. Y en las demás no hay paros. Ni siquiera en Santa Cruz, donde Alicia Kirchner no ofreció un peso de aumento. Muchos gobernadores disimulan sus acuerdos en homenaje a los sindicatos, que integran su aparato de poder. El ejemplo más patético fue el de Sergio Uñac: inició el ciclo lectivo el miércoles 8 para que la adhesión al paro del 6 y el 7 fuera absoluta. Es el gobernador de San Juan, la cuna de Sarmiento.

Jorge Triaca, en Trabajo, y Francisco Cabrera, en Producción, coinciden con la estrategia de Vidal: medidas particulares, para debilitar la huelga de la CGT. Los gremialistas más dañados recitan reclamos elaborados en las empresas. El del 6 de abril es, también, un paro de los sectores más arcaicos de la UIA. Un caso: anteayer, al sindicato del calzado le prometieron vigilar las importaciones. Agustín Amicone, el secretario general, les advirtió: "Controlen los zapatos y zapatillas. Pero dejen entrar las partes". La mayoría de las empresas son ensambladoras. Como las importadoras de Tierra del Fuego. Perdón, Caputo. Perdón, Cherñajovsky.

La CGT fijará hoy, igual, la fecha del paro. El día para el anuncio tal vez no sea el mejor. El calendario del Indec tiene prevista, desde siempre, la divulgación del índice de empleo, que presentará una mejora llamativa. "Los Gordos" siguen faltos de reflejos.