La agricultura en la Argentina está pasando productivamente, un momento muy exitoso debido en gran medida a las buenas condiciones climáticas que más allá de los excesos o falta de lluvia en algunos lugares puntuales, en casi todas las zonas productivas vienen con rindes extraordinarios en las dos últimas campañas. De alguna manera estos rendimientos en coincidencia con precios buenos están disimulando los altos costos internos, si esta condición de precios o de producción tuviera una fuerte caída como es lógico esperar en algún momento, los resultados económicos pasarían a ser absolutamente negativos.

Si bien algunos productores pueden tener la capacidad de manejo contracíclico de sus empresas, esta no es la situación del común de los chacareros. Ni siquiera el Gobierno tiene esta capacidad ya que si tuviéramos un mal año de precios o de producción, de ninguna manera podría aflojar la presión fiscal sin afectar su propia situación.

Todavía se está a tiempo de comenzar con medidas tendientes a la baja de los costos. Cómo se logran estos resultados es materia de economistas y no hace falta aclarar demasiado que la presión fiscal directa sobre la producción es tremenda y además se le deben sumar todos los sobrecostos comparados con otros países que debemos pagar en maquinarias, tractores, camionetas, cosechadoras, etcétera, que rondan el 30% .

Entre las posibles medidas a tomar en esa dirección está la de facilitar el ingreso de productos estratégicos para la producción como algunos agroquímicos y fertilizantes, simplificando y quitando las trabas que solo algunos pueden superar quedando con el monopolio que les permite poner precios exorbitantes.

Permitir la venta de biodiésel por parte de las plantas productoras para su uso puro en camiones, tractores y cosechadoras contribuiría en gran medida a bajar el costo de combustible ya que hoy sería posible pagarlo alrededor de $ 13 contra un gasoil de $ 19.

Otro aspecto de los costos es el laboral, pero no objetando los sueldos sino las obligaciones fiscales que estos conllevan y si fueran menores sería posible mejorarlos para beneficio de todos. En este tema también cabe analizar la incidencia que tienen en la economía rural las mal llamadas conquistas sociales que gracias a ellas ninguna empresa agropecuaria se anima a tomar personal transitorio para tareas puntales como lo son las desyuyadas que antes se hacían en la soja con beneficios para toda la comunidad y hoy no se pueden hacer. Esta práctica aportaba beneficios en varios aspectos, ambientales, ya que se evitaba el uso de algunos agroquímicos y económico-sociales porque el fruto de la inversión quedaba en la localidad. Implementar un nuevo reglamento que dé protección al empleado pero a su vez no se exceda en obligaciones para el productor permitiría brindar más mano de obra y a la vez facilitaría el control de algunas malezas.

Con un poco de creatividad y buena voluntad se podrían solucionar varios problemas a la vez, en parte el de los costos, contribuciones al ambiente, mano de obra y mejora de relaciones entre la comunidad y los productores.

El autor es productor