Luego de una campaña de verano complicada en diferentes zonas del país, pareciera que está volviendo la normalidad. Una de las zonas que estaba atravesando circunstancias adversas era el sudeste bonaerense. Allí, la falta de precipitaciones afectaba severamente a la soja, el maíz y el girasol.

“El cultivo de soja tuvo que atravesar distintas barreras esta campaña para expresar todo su potencial. La más importante fue la sequía. Actualmente, esa situación se está revirtiendo ya que volvieron las precipitaciones. Sin embargo, los cultivos están atrasados en su desarrollo y eso implica que se retrase también la aplicación de tecnología”, dice Juan Carlos Petoyan, asesor referente del sudeste bonaerense.

Al respecto, el técnico continua y señala la importancia de cuidar la sanidad de la oleaginosa para no seguir perdiendo potencial de rendimiento ya que, reconoce, las enfermedades de fin de ciclo son uno de los problemas más importante que afectan al cultivo en las últimas campañas.

En esta región, otro cultivo que pisa fuerte es el girasol. Esta oleaginosa también exploró malas condiciones de crecimiento en una buena parte de su ciclo. Pero, con su capacidad de explorar más profundamente los suelos, toleró mejor que la soja la falta de lluvias. Al respecto, “en esta campaña, se registró un diciembre y un enero muy secos en esta zona y con la recuperación de las lluvias en febrero el potencial cambió”, afirma el técnico Francisco Ciucci, quien recorre una amplia zona girasolera en el sur de Buenos Aires.

En este caso, las problemáticas cambian un poco y los insectos y las enfermedades son cuestiones clave de este cultivo.

Finalmente, en el caso del maíz, el técnico Alejandro Tozzini sostiene que el maíz de primera también está en aceptable condición ya que atravesó meses de severas restricciones hídricas.

Petoyan, Ciucci y Tozzini son tres técnicos de Syngenta que, esta semana, se reunieron a la estación experimental de la compañía en Camet, cerca de Mar de Plata, para contarle a los productores los resultados de diferentes tecnologías. Hasta allí, llegó Clarín Rural.

Ante las pérdidas significativas que están ocasionando las enfermedades de fin de ciclo en soja, el primero de los técnicos se refiere a la última tecnología lanzada por la compañía suiza:la molécula Adepidyn.

“Aunque parezca contradictorio, con Miravis Duo se logra un control amplio y específico de manera simultánea, ya que esta molécula está diseñada para atacar específicamente a las enfermedades de fin de ciclo de forma amplia, lo que significa que ataca a todos los patógenos. De esta forma, se eleva la bara en todos los estándares de rendimiento, consiguiendo un diez por ciento más de rinde”, dice Petoyan. A esto agrega que estas tecnologías están adaptadas para todas las zonas productivas para que los rendimientos se expresen al máximo.

Por su parte, Ciucci remarca que la isoca cortadora y el hongo Downey Mildew son destacados problemas en el girasol. Para el primero de ellos, manifiesta que con el insecticida Ampligo se puedo conseguir un importante nivel de control.

A pesar de que el cultivo está volviendo a las rotaciones, el técnico reconoce que los avances de los últimos años elevaron la respuesta a las diferentes tecnologías.

Finalmente, Tozzini retoma una idea cada día más importante en maíz:la siembra de refugios.

“Es necesario que cuidemos las biotecnologías por muchos años ya que por los próximos 15 no habrá nuevas proteínas insectidas en el germoplasma del maíz”, alerta el gerente de asuntos regulatorios de la compañía.

Por esto, se refiere a la durabilidad de Viptera 3, la biotecnología en maíz que controla, principalemente, al barrenador del tallo, el gusano cogollero y la isoca de la espiga.

Para concluir, los tres asesores coincidieron en una misma idea: el productor argentino volvió a pensar en el largo plazo, como lo están haciendo las empresas. Por eso, dicen, es necesario cuidar y comprometerse con la innovación tecnológica para mantener intacto el potencial.