El argumento para eliminar los aranceles a la importación de computadoras, notebooks y tablets es poderoso: una computadora, el ferrocarril del siglo XXI, cuesta en la Argentina 80% más que en Colombia, 50% más que en Chile y casi el triple (+175%) que en Estados Unidos. Más allá del derecho del consumidor a acceder a un bien de calidad a buen precio, ni empresas, ni científicos ni estudiantes pueden competir en el mundo sin tecnología accesible.

El argumento en contra tiene sus bases. Esa decisión desanuda el tejido industrial que da trabajo, sustentable o no, a miles de familias. No cualquier trabajo. Es know how para empleos calificados. Los empresarios del sector creen, por otro lado, que mitigando el "costo argentino" ellos pueden competir, y en el fondo se preguntan: ¿hasta dónde se puede desmantelar industria para mejorar la competitividad?

¿Es la importación una herramienta oficial para regular precios internos? Sí. Lo demuestran las mayores compras al exterior de ropa, alimentos, línea blanca y autos. Todos bienes históricamente criticados por ser caros en el país. Pero la quita total de aranceles a las computadoras desnuda una decisión más profunda. Es el primer "no va más" para un sector, la punta del ovillo del plan productivo nacional para trasformar la economía. Su gradualidad se traduce en hechos: un subsidio indirecto al sector a través de la licitación para comprar miles de computadoras para el plan Conectar Igualdad, la inclusión de las computadoras nacionales en el Ahora 18 y la incorporación de estas empresas -y sus despedidos- al programa de transformación productiva que nació en diciembre.

¿Por qué computadoras y no celulares, dispositivo igualmente importante? Una posible respuesta: el costo político. El impacto de la quita del arancel a estos productos generaría 1000 despidos, según el Gobierno, en Buenos Aires. Los celulares se ensamblan en Tierra del Fuego, isla peronista y con legisladores que suelen ampliar la minoría oficial. Allí trabajan 12.000 personas.

¿Bajarán los precios de las computadoras? Ya lo hicieron. Pero las causas nos son puras: sobrestock predevaluatorio a fines de 2015, freno del consumo en 2016 y caída de ventas tras el anuncio, en noviembre (la gente piensa esperar al 31 de marzo para comprar).

El plan productivo seguirá dando novedades: para los ideólogos oficiales, "hay 400.000 empleos con necesidades de transformación". Éste es sólo el primer test.