Cuando analizamos lo que viene ocurriendo con las cotizaciones internacionales de los comodities agropecuario y especialmente lo que pasa en el mercado norteamericano de Chicago, nos encontramos que a pesar de las malas noticias que surgen desde la producción de Sudamérica, las cotizaciones no tienden a subir, sino al contrario, en muchos casos tuvieron una clara tendencia bajista. Y esto no es la primera vez que ocurre en el historial de los mercados de granos. Los que llevamos años en esta tarea de analizar los mercados, estamos bastante acostumbrados a que el Departamento de Agricultura de los EEUU (USDA) “maneje” a su gusto la información de producción, demanda, exportación e importación de los diferentes productos. En muchos casos, las actualizaciones llegan tarde o sobre el momento en que la realidad golpea de frente a estas estimaciones. Así es como se producen abruptos ajustes en las cotizaciones de los comodities. Muchas veces fuimos testigos de cómo se ajustan los precios ante cambios abruptos en la información suministrada por el mencionado organismo.

Todos entendemos que los mercados y en especial los de futuros necesitan tener volatilidad y fluctuaciones para que sean atractivos y para que los operadores participen en ellos. Pero en muchos casos, las informaciones “tardías” o fuera de tiempo del USDA hacen pensar en que detrás de esto podría haber algo más. También entendemos que aquellos que participan comprando y vendiendo necesitan de estas fluctuaciones en las cotizaciones para ganar dinero. Porque si un mercado no sube ni baja, no existirían los mercados de futuros del mundo. Pero parece demasiado que no se tome en cuenta la complicada situación de producción que están viviendo amplias zonas de producción de Argentina, Uruguay y Brasil. Al prepararse las tierras y la siembra se desarrolló con una primera etapa con falta de agua, y con una segunda de exceso de precipitaciones, llegando al anegamiento de los campos con pérdidas difíciles de calcular por el momento. Esto afectó en gran medida a la soja y al maíz. Nadie sabe correctamente y con certeza cuanto se cosechará de ambos productos en los países mencionados. Y principalmente pasa esto porque cada tormenta que ocurre viene con una virulencia tal que inquieta al más valiente. Vientos casi huracanados, pedradas históricas, caída de agua sin precedente. Todo en un mismo instante y en varias zonas de producción al unísono. Podemos estimar la cosecha con la fotografía a hoy. ¿Pero quién podría garantizarnos que el clima se comportará correctamente desde ahora hasta el momento de la cosecha?.

Por todo esto es que entendemos que habría que comenzar a considerar que las cotizaciones de los comodities en Sudamérica despeguen abiertamente de lo que ocurra en Chicago.

El Mercosur genera 180 millones de toneladas de soja sobre una producción mundial de 338 millones de toneladas. ¿No sería saludable lograr algún tipo de independencia en los valores sobre lo que ocurre en los EEUU?. ¿Por qué debemos seguir prestando atención a lo que ocurre en el gigante norteamericano cuando el Mercosur produce el 53% de la soja del mundo?

Además, tenemos que prestar mucha atención a las políticas económicas y financieras que implementará el actual gobierno norteamericano, especialmente en el ámbito del comercio bilateral entre países. Porque si Trump cierra sus fronteras, el Mercosur puede llegar a ser un jugador mucho más importante de lo que hoy es.

El Mercosur sería un gran suministrador de cereales y oleaginosos a países que hoy están comprando en los EEUU.

Nuestra región debería tener su propio mercado “divorciado” de lo que ocurre en Chicago.

No es tan alocada la idea, y quizás más sencilla de lo que parece. Tan sólo hay que tomar la decisión.

Por Alejandro Ramírez - Analista Agropecuario
Fuente: De Todo un poco Agro