Nuevamente los totales mensuales preservaron un piso cercano a los 150 milímetros en gran parte del área algodonera sojera de Chaco, quizá con registros menos generosos sobre el norte santafesino y el este santiagueño, pero igualmente con un nivel satisfactorio. Debemos destacar que los principales acumulados llegaron en la segunda quincena del mes, del mismo modo que sucedió en la región pampeana. Igualmente la zona disponía de reservas para sobrellevar semanas relativamente secas.

Considerando las condiciones de excesivo calor que debió sobrellevar la región pampeana durante la última parte del año, podemos decir que en la zona algodonera, los registros se ajustaron con mayor cercanía a los valores normales. Si bien se concretaron jornadas calurosas, los promedios mensuales de la temperatura máxima en la zona fueron los habituales para la época. Posiblemente las temperaturas mínimas sí hayan experimentado un anclaje en valores más elevados, algo que pudo haber quitado algo de confort ambiental. En este punto debemos nuevamente rescatar el valor de las reservas de humedad, las cuales permitieron que las noches cálidas no afecten en demasía a los cultivares.

Como es normal la marcha de reserva para una sementera de algodón puede mostrar oscilaciones en esta época del año, sin embargo, lo más favorable es que en ningún momento se notó una tendencia deficitaria persistente. Es decir, en momentos en que las necesidades pluviales se volvían imperativas, aparecían los eventos que favorecían una modificación positiva del balance hídrico y por lo tanto el cultivo no sufría ningún tipo de estrés hídrico. Si bien, la marcha de una localidad no es necesariamente representativa de lo que sucede a nivel regional, han predominado patrones de reserva similares a los de Presidencia Roque Sáenz Peña y a nivel general el estado del cultivo responde al buen nivel de humedad que el cultivo encuentra en el perfil.

Figura 1: seguimiento de las reservas hídricas en P. R. Sáenz Peña (Chaco) para Algodón (línea negra).

Respecto de la misma fecha del año pasado, la situación actual se presenta muy mejorada. Si consideramos el extendido período en que el algodón tiene una alta demanda de agua, es necesario reconocer a esta altura que la campaña viene muy bien encaminada y que los pronósticos de corto y mediano plazo auguran un comportamiento que mantendría la disponibilidad hídrica en niveles favorables.

Tendencias

Está claro que las oscilaciones del comportamiento pluvial que se viene evidenciando desde el mes de octubre, no pueden vincularse a forzantes climáticos de escala planetaria. El fenómeno La Niña, nunca logró consolidar una intensidad que pueda juzgarse como amenazante y por lo tanto no debemos utilizarlo como argumento para justificar la falta de agua que afectó algunas zonas del país. Para la región algodonera, este indicador no se hizo evidente en ningún momento con sus potenciales efectos negativos sobre el comportamiento pluvial.

A pesar que aún se observan algunos enfriamientos en el Pacífico Ecuatorial, los mismos se han mantenido dentro del rango de la neutralidad. Por otra parte no se destacan anomalías de importancia en el litoral Atlántico y en consecuencia, las buenas lluvias de diciembre, básicamente se vinculan a la alta eficiencia de transporte de aire tropical hacia el NEA y la región pampeana.

El actual contexto climático no debe ponernos exageradamente optimistas. La campaña apenas está promediando su curso y los mismos y excesivos sistemas precipitantes que afectaron el centro de SF, podrían golpear la zona algodonera. En este sentido, la zona ha sufrido este tipo de situaciones no en pocas ocasiones.

La demanda del cultivo es elevada y por lo tanto las lluvias serán bienvenidas, mientras no se concrete una sobreabundancia que favorezca una tendencia a los excesos hídricos.

Entendemos que como viene la campaña, se perfilan resultados que deberían converger en niveles de producción superadores de los valores normales. No obstante esta apreciación, aún es tiempo de mantener la calma y monitorear la evolución de un comportamiento climático que, dada su volatilidad, no da luces para anticipar el largo plazo.