La mecanización en la cosecha de la vid implica conocer también los
mecanismos y redes de contratación de mano de obra. Los resultados del
estudio realizado por IPAF Cuyo muestran la importancia del
conocimiento de las redes actuales de prestación de servicio entre
productores locales
Mediante estrategias de investigación-acción participativa se trabajó
con el grupo de productores en las posibilidades de realizar la cosecha
coordinada entre las fincas con equipamiento compartido. Durante el
trabajo realizado por un año y medio se analizó por qué teniendo los
equipos no se lograban establecer mecanismos para prestarse servicios
entre sí. Se encontró que las resistencias a la hora de implementar la
cosecha coordinada, con el equipamiento disponible, estaban dadas por
las formas en que cada productor resolvía la cosecha en su finca.
Al preguntar sobre las modalidades de contratación de trabajadores,
directa o indirecta (o tercerizada) y las estrategias con las que
buscaban (se aseguraban) los mismos se vio que cada productor ya tiene
establecidas relaciones duraderas con quienes le van a cosechar la uva
cada año.
Se presentaron diversas situaciones que fueron clasificadas en dos
grandes tipos: Por un lado quienes contratan el servicio de cosecha a
través de un tercero que aquí se llama “cuadrillero”, es decir, quien
recluta a los trabajadores, los lleva a trabajar, traslada la uva en un
camión a la bodega y cobra por kg de uva por ese servicio (cosecha y
acarreo). Por otro lado, los que contratan mano de obra directamente,
que denominamos “productores-cuadrilleros” porque en un actor se
combinan el productor de uvas con el que recluta a los trabajadores y
en algunos casos presta servicios de cosecha a terceros.
La estabilidad en las relaciones entre los productores y los
prestadores de servicio informales, en la mayoría de los casos, está
cimentada en el parentesco, la vecindad, y hasta la amistad.
Esta indagación sobre sus modalidades y estrategias de contratación de
mano de obra, destacan la importancia de circuitos locales donde se da
la prestación de servicio y la figura de quién asume la tarea, un actor
clave para la gestión del proceso de trabajo y como prestador de
servicios a terceros en ámbitos locales. La estabilidad en las
relaciones entre los productores y los prestadores de servicio
informales, en la mayoría de los casos, está cimentada en el
parentesco, la vecindad, y hasta la amistad. Estas relaciones duraderas
y más o menos estables, se rigen muchas veces a través de reglas
tácitas que buscan una relación de confianza, que a las partes les
asegure la reducción de riesgos que implican realizar la labor fuera de
tiempo y que permita ejercer mejor control sobre cómo se realiza para
sobretodo “cuidar las plantas”, evitando la ruptura de brotes y el daño
a la estructura de conducción.
En este contexto resulta interesante que las relaciones sociales que se
establecen para llevar adelante la cosecha exceden el grupo que
comparte maquinarias. Estas relaciones estaban invisibilizadas en los
encuentros de planificación de la cosecha, pero se manifestaban como
estables y fuertes a la hora de plantear nuevas maneras de realizar la
cosecha en el grupo. Esto lleva a pensar en que se ha encontrado una
forma en que se dan las relaciones de prestación de servicio, una
configuración histórica particular y local que no ha de ser pasada por
alto a la hora de pensar soluciones tecnológicas adecuadas y de
implementar políticas para la mecanización de este cultivo, y de otros
que se carguen a granel.