El nuevo ministro Nicolás Dujovne deberá "redefinir objetivos, unificar programas y reubicar personas" como se menciona en el Gobierno. Un ajuste en los ministerios, las secretarías y las subsecretarías no se debe descartar. Esos serán los primeros cambios de la gestión del nuevo ministro. Habrá también modificaciones de estructuras y jefaturas en todos los ministerios. Esos serán desde la segunda quincena de enero de 2017 los ejes para la organización de una nueva administración pública nacional "con un ministro experto en comunicar", como afirman desde el Gobierno.

Esta nueva etapa que se avecina es la que algunos enemigos de Alfonso Prat-Gay en la Casa Rosada llaman "el final del gradualismo de Prat-Gay y el comienzo de la comunicación de ideas económicas de Dujovne". Este economista radical de 49 años con grandes pergaminos ya pasó por la función pública dos veces. Primero, con el peronismo, en el segundo mandato de Carlos Menem; allí construyó una gran relación con otro funcianario muy joven, en aquel entonces secretario de Relaciones Fiscales con las provincias, el actual ministro del Interior Rogelio Frigerio. Luego, volvió con la Alianza de Fernando de la Rúa al equipo de José Luis Machinea y Miguel Bein, para luego dedicarse a trabajar como un consultor muy reconocido en el sector privado.

El viernes pasado, en su primera presentación frente a la prensa, el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, expresó: "Yo en el Senado tuve un trabajo para mí muy gratificante que fue asesorar al bloque radical y al senador [Luis] Naidenoff en temas presupuestarios, que son temas a los que me he dedicado en los últimos años. Tenemos una relación muy fluida y hemos trabajado muchísimo, y ha terminado ahora que me incorporé al Gobierno nacional".

El ministro dejó allí claramente explicitado que es un economista radical y no de la cantera que el PRO armó en la Fundación Pensar, liderada en sus comienzos por Marcos Peña, Francisco Cabrera y Federico Sturzenegger. Dujovne era parte del equipo de economistas radicales que conformaban mi gran amigo Tomás Bulat, el actual vicepresidente del Banco Central (BCRA) Lucas Llach y el presidente de Provincia Leasing Santiago Gallichio. Este grupo asesoraba a los senadores del bloque radical de la Unión Cívica Radical (UCR) Ernesto Sanz cuando aspiraba a ser presidente de la nación, Gerardo Morales y Luis Naidenoff, como el caso de Dujovne.

Luego de que Sanz perdiera las primarias de Cambiemos —el vicpresidente del BCRA, Lucas Llach, lo acompañaba en la fórmula—, Dujovne se fue a trabajar a los equipos de la Fundación Pensar del PRO junto a esos economistas y su íntimo amigo, el nuevo secretario de Hacienda Rodrigo Pena, a quien conoce desde que fueron parte del equipo económico de José Luis Machinea y su viceministro Miguel Bein. Hoy vuelven despúes de aquella experiencia frustrada de la Alianza. Dujovne es un hombre surgido de la cantera de economistas del radicalismo. De hecho, viene de una familia de origen radical. El padrino político de Dujovne es el último ministro de Economía de Raúl Alfonsín, el radical Jesús Rodríguez.

La tarea de Dujovne no será fácil. Tampoco la historia lo ayuda, pero hoy llega con una economía que podría comenzar a recuperarse en el primer semestre de este año. Los ministros de Economía que llegaron desde el radicalismo a partir de la democracia de 1983 no han tenido grandes resultados. En particular porque siempre debieron ocuparse de la situación fiscal y no lograron sus objetivos de reducir el déficit. El último fue Ricardo López Murphy, quien debió renunciar cuando era ministro de Economía de Fernando de la Rúa, el 19 de marzo del 2001. Con Dujovne, la Argentina volverá a tener un ministro de Hacienda radical luego de más de 15 años. Los tiempos son distintos y la economía no está tan mal ahora como en ese entonces.

Lo paradójico es que López Murphy se fue luego de anunciar un ajuste fiscal en un año electoral. Algo similar a lo que se le pide desde Cambiemos a Dujovne, también en año electoral: un ajuste del gasto público. Pero hoy el déficit llega a un 4,8% del PBI, una cifra muy alta que el futuro ministro deberá reducir en, por lo menos, un punto a lo largo del próximo año. Ese valor representa aproximadamente unos cinco mil millones de dólares si consideramos un PBI cercano a los quinientos mil millones de dólares en la actualidad. Tal vez la ayuda que pueda tener Dujovne son los ingresos fiscales de un blanqueo que ya llega a los 90 mil millones de dólares y que, de acuerdo con estimaciones del Gobierno, podría superar los 130 mil millones de dólares el 31 de marzo de 2017, cuando finalice la última etapa.