Además se recomienda rotar los insecticidas para no generar resistencia y evitar el monocultivo de soja ya que puede promover un constante aumento de la población de insectos.

Salta, diciembre de 2016. El “picudo negro de la soja” (Rhyssomatus subtilis), es en la actualidad la plaga más importante del cultivo en el noroeste argentino (NOA). Hoy en día se encuentra en un proceso de expansión, ya que desde su detección se dispersó rápidamente desde el este hacia el oeste de la región NOA, habiendo sido detectado en 53 localidades de las provincias de Salta, Tucumán y Santiago del Estero, afectando un área de 737.280 has.

El Ingeniero agrónomo Lucas Emiliano Cazado eligió estudiar esta plaga para su tesis de posgrado titulada: “Biología, distribución espacial e impacto económico de Rhyssomatus subtilis”, y fue presentada este año en la Universidad Nacional de Tucumán, Facultad de Agronomía y Zootecnia. Según planteó en su trabajo, este insecto tiene un ciclo muy específico: las hembras tienen un periodo de preoviposición de 17 días y colocan en promedio 230 huevos durante toda su vida con un 94% de eclosión. Esa oviposición se inicia en la etapa reproductiva de llenado de granos (R5 – R6) y una vez que las larvas completan su desarrollo en el interior de la vaina se arrojan al suelo donde se entierran hasta los 9 cm de profundidad aproximadamente, y donde pasan el invierno como larvas hibernantes. La emergencia de los adultos desde el suelo se incrementa con las lluvias.

Daños en la soja

Durante la fase vegetativa inicial los daños causados por los adultos en los cotiledones y brotes determinan la muerte de las plantas y en consecuencia una reducción de la cantidad de plantas en el lote. En etapas vegetativas más avanzadas, el daño y la muerte de brotes determinan la pérdida de la dominancia apical y en consecuencia, una disminución de la altura y una modificación de la estructura de las plantas afectadas. En etapa reproductiva inicial ( R3 - R4), causan la caída de las vainas. En etapas más avanzadas del llenado de los granos (R5-R6) y hasta los estados fenológicos R7 y R8, la alimentación de los adultos produce la aparición de manchas circulares de color castaño-rojizo, que pueden afectar también los tejidos externos ocasionando problemas durante la germinación de la semilla. Si el destino del grano es la industria, el material muy afectado puede ser considerado como grano dañado, ocasionando pérdidas en la calidad y económicas.

Estrategias de control

El picudo negro ataca la soja y el poroto pero no el maíz. Según explica el Ing. Cazado, como primer paso se debe evitar el monocultivo de soja ya que puede promover un constante aumento de la población de insectos sobre todo de picudo negro. “Los insecticidas ofrecen un control eficiente de esta plaga pero por un tiempo acotado. Esta especie tiene un importante potencial de daño, ocasionando un 75% de pérdidas de rendimiento si no se la controla en forma adecuada”, afirma.

En ese sentido el Ing José María Lazcano, integrante del equipo de Servicio Técnico Syngenta en el NOA recomienda: “es clave el uso de tratamientos de semilla con insecticidas para el control de adultos en etapas vegetativas iniciales. También es importante la residualidad del producto insecticida que se use ya que debemos proteger las plántulas para el normal establecimiento del cultivo. Desde Syngenta recomendamos usar Cruiser 35 FS y Cruiser plus, estos curasemillas tienen excelentes niveles de control de picudo negro y, según nuestra experiencia en los cientos de ensayos que realizamos en la zona, ambos productos permitieron una protección de aproximadamente entre 20 y 30 días después de la siembra, obteniendo una mejor densidad de plantas y un mayor número de macollos en buen estado. Para aplicaciones foliares posteriores cabe recordar la importancia de rotar los insecticidas para no generar resistencia” concluye.