Abal Medina, actual senador que perteneció al gobierno más corrupto e inepto de la historia argentina, presentó un proyecto de ley que empieza de esta forma: “Artículo 2º. Instruyese al Ministerio de Desarrollo Social a crear un millón (1.000.000) de nuevos puestos de trabajo”. Al leer este artículo uno no puede menos que lamentarse de haber perdido 6 años estudiando economía cuando la cosa era tan fácil de solucionar. Se escribía en un papel: ordeno crear puestos de trabajo y listo.

Cuando uno ve este tipo de cosas, se da cuenta que estamos en manos de gente totalmente incapacitada para ejercer un cargo público, al menos incapacitada para ejercerlo sin hacerle daño a la población. O tal vez le hacen daño deliberadamente a la población para perjudicar al gobierno.

Sin duda que la economía argentina tiene que generar un verdadero tsunami de inversiones porque necesita resolver un problema de desocupación que consiste en darle salida laboral al flujo y al stock. ¿A qué me refiero con el flujo y el stock? El flujo es que cada año se incorporan al mercado laboral unos 250.000 jóvenes. Es decir, hay que tener inversiones eficientes que generen una demanda laboral de, al menos, 250.000 nuevos puestos de trabajo. Pero además hay que resolver el stock de no menos de 2 millones de empleados públicos (en los tres niveles de gobierno) que el kirchnerismo disfrazó de ocupados en cargos públicos que no producen nada útil para el contribuyente. Y, finalmente, hay que crear puestos de trabajo para los millones de personas que viven de planes sociales y se acostumbraron a no trabajar.

Claramente que semejante problema, que es realmente monumental, no se soluciona con el voluntarismo que pretende aplicar Abal Medina. Por otro lado, cuando uno lee detenidamente el proyecto de ley aprobado, no encuentra cómo piensa crear esos puestos de trabajo. En rigor, Abal Medina vende su ley como la idea de pasar de la cultura del subsidio a la cultura del trabajo, pero en rigor lo único concreto que pide Abal Medina en su proyecto de ley es un aumento de salarios con la creación del Salario Social Complementario y un incremento del 15% de los valores vigentes, en cada mes, de la Asignación Universal por Hijo y Asignación por Embarazo para Protección Social. Se manda un escrito de 10 páginas para, en definitiva, esconder un aumento de los llamados planes sociales y ni siquiera cuantifica ni el monto del gasto ni la forma de financiarlo. Sobre crear en serio trabajo, su proyecto se limita a vender humo.

Frente a este tipo de propuestas claramente demagógicas, tenemos a un gobierno paralizado por la competencia populista. Creyendo que la elección de medio término del próximo año solo puede ganarse con las mismas herramientas económicas que usó el kirchnerismo, Cambiemos sigue con un gasto público que asfixia al sector privado y una carga tributaria que paraliza cualquier proyecto de inversión y, por consiguiente, de nuevos puestos de trabajo. Cambiemos apuesta a llegar a las elecciones de 2017 con una economía levemente en alza. Para ello espera que el blanqueo genere algún tipo de reactivación en el mercado inmobiliario, que la soja, el maíz y el trigo muevan la economía y que tomando deuda externa la obra pública estimule algo la actividad. Con eso se da por conforme para llegar a octubre de 2017 con un kirchnerismo que, posiblemente, termine desarticulado. Es difícil imaginar candidatos a diputados y senadores k presentables siendo que Cristina Fernández se rodeó de los peores elementos de la sociedad para gobernar. Su estilo autoritario la llevó a buscar a colaboradores dispuestos a cometer cualquier acción perversa con tal de agradar a su líder. El resultado es que CF no tiene candidatos potables para presentar. ¿A quién va a presentar como candidatos que le sean incondicionales? ¿A Boudou, D’Elía, Hebe de Bonafini o Aníbal Fernández? El peronismo no k irá por su lado, tal vez alineado con Massa o Urtubey, de manera que con llegar sin un desborde económico, Cambiemos puede tener buenas chances de ganar las elecciones del próximo año, aunque tampoco tiene tantas espadas ganadoras. En todo caso lo favorece el hecho de no tener a nadie de fuste enfrente.

Mientras tanto, Cambiemos se escuda en que solo mira para adelante y no busca revanchismos dejando intacta la cantidad de empleados públicos que no baja porque dicen que mientras no se creen puestos de trabajo en el sector privado no pueden reducir el plantel estatal. En rigor están enrollados. Si para reducir la cantidad de empleados públicos primero tiene que haber inversiones, eso exige que bajen los impuestos. Y para bajar los impuestos sin agrandar el déficit, tienen que bajar el gasto, pero como no quieren bajar el gasto imaginan una reactivación milagrosa que les evite hacer las reformas estructurales. Mientras tanto el sector privado sigue perdiendo puestos de trabajo. El ajuste lo sufre el sector privado y el sector público sigue gordo y pipón.

El argumento que utiliza el gobierno para sostener a los más de 2 millones de empleados públicos que fueron incorporados por el kirchnerismo de no buscar revancha es bastante endeble, porque ese exceso de personal tiene un costo. No es gratis. Alguien lo paga. Y lo paga el sector privado con impuestos y caída del ingreso. No hay argumento moralmente sostenible para mantener ese exceso de personal porque el sector privado sufre despidos y pérdida de poder adquisitivo.

En síntesis. De un lado de la política está la ignorancia típica del populismo que puede verse en el proyecto de ley presentado por Abal Medina y por otro lado, un Cambiemos que, por ahora, no está dispuesto a cambiar la política económica de fondo heredada del kirchnerismo dada las especulaciones políticas de cara a las elecciones de 2017.

Para terminar, el gobierno se la pasa hablando de hacer una buena gestión. Si no se sabe hacia dónde se va. Cuál es la visión global del país, el gobierno va a seguir navegando (gestionando) bien, pero sin rumbo. Como decía Séneca: “cuando no sabes hacia donde navegas, ningún viento es favorable”.

Fuente: Economía para todos