Además, precisó que el valor de este producto tiene un "margen negativo" para el sector, consignó Télam.

"Comparar los $4 aproximados que percibe el tambero frente a los $16,60 con IVA del precio del sachet de leche fluída de primera marca en una góndola, sin tener en cuenta el complejo proceso que va desde el tambo al consumidor, es reducir el problema. En el camino de la vaca a la góndola intervienen otros actores, entre ellos el Estado, por la vía de impuestos, contribuciones y tasas", indicó la ASU, que nuclea a las principales cadenas del país.

"En el caso particular de los supermercados, el sachet de leche tiene un costo de compra que representa el 74% del precio final. Si consideramos que el costo operativo promedio de un supermercado no es menor a un 29,5% (salarios netos, 12%; otros costos operativos, 9,5%; impuestos, tasas y contribuciones, 4,9%; aportes y contribuciones, 3,1%) del ticket final, nos encontramos que, en esos productos, se trabaja con un margen negativo que, tratándose de un producto de gran demanda, actúa como incentivo para que los clientes concurran a las tiendas donde se ofrecen otros productos con margen positivo", precisó la entidad.

Para ASU, "existen ciertos mitos que establecen que las cadenas de supermercados son las principales formadoras de precio en este y otros sectores de la economía. Lo primero que se cuestiona es la diferencia de precio entre el productor y la venta en supermercados. Según datos del mes de junio, fueron de 4,04 veces ($4,10 vs. $16,55). Sin embargo, esta diferencia no produce mayor rentabilidad para las cadenas ya que existen factores estructurales y coyunturales, entre los que se destacan los costos de transporte y el Costo Laboral Unitario Global de Manufacturas (CLU). Según datos del Ranking de Competitividad de Costos realizado por la consultora Abeceb, el costo por producto del país es de los más altos del mundo, lo que hace menos competitiva a la industria", indicó el informe.