La legión de nuevos emprendedores, prestadores de servicios, ejecutivos, dirigentes e investigadores se va abriendo paso en el mundo del campo. Son inquietos, tienen ganas de romper moldes y, sobre todo, liderar un recambio en el sector. Son los sub-40, la generación que en el agro ya va marcando su agenda.

LA NACION entrevistó a cinco referentes de esta generación para conocer qué hacen, en qué se destacan y cuál es su visión del sector en los próximos 15 años. Se trata de Agustín Bilbao (37), Marcela Silvi (37), Juan Debuchy (31), Marcos Bragachini (30) y Federico Conforti (21).

Bilbao armó con su hermano, Esteban, los dos agrónomos, una empresa de asesoramiento y registro de cultivos. Es Agroestudio Viento Sur, con base en Necochea. Hicieron punta en 2006 con el monitoreo de babosa y bicho bolita, algo que parecía raro. Pero aportaron conocimiento, análisis y registros para la toma de decisiones para hacer controles precisos y en línea con el ambiente de producción.

"Vinimos a cubrir esa necesidad y cada vez más productores lo reconocen, porque deben enfocarse en aspectos empresariales y logísticos y delegar gran parte de los aspectos técnicos a los asesores", contó Bilbao.

Diez años después de haber empezado con el proyecto, hoy en la empresa son cuatro agrónomos asesorando a doce productores integralmente, más siete empleados temporarios para monitoreos. Además, allí se trabaja en conjunto con otros tres especialistas.

"Compartir el conocimiento ha sido la base de un sistema que funciona y dentro de 15 años este trabajo se habrá profundizado. La información es conocimiento con experiencia y horas entendiendo qué es lo que está pasando en el campo", analizó.

Bilbao recuerda algunos traspiés de los primeros pasos. Cuando pasaron de monotributistas a SRL no tenían idea de como se manejaba una empresa, en lo financiero y lo tributario, y tuvieron sus porrazos. Por caso, tenían que pagar $ 20.000 de Ganancias y en el banco había sólo 2000 pesos.

Silvi es gerenta general en Erca, una fábrica de sembradoras de Armstrong, Santa Fe. Es una empresa con tradición familiar (hoy Silvi-Lisandrón), como muchas otras de este sector. En un rubro dominado por hombres, Silvi se fue abriendo paso a los 15 años, viendo trabajar a su padre, Juan Carlos.

"A la mañana iba a la secundaria y a la tarde a Erca. Empecé a participar de tareas operativas cuatro horas por día", recordó. Ella misma se capacitó en programas de dirección de empresas. Ahora es gerenta desde hace ocho años y tiene bajo su mando a 100 empleados. "Llegué en una etapa donde teníamos que profesionalizar la empresa porque si no, nos quedábamos. Me animé a hacer inversiones y cambios en lo organizacional, la planificación y el desarrollo", precisó.

Está metida también de cuerpo entero en lo comercial acompañando al equipo de venta para que no se escape ningún negocio posible. "Todo puede esperar, menos alguien que viene por una sembradora", afirmó la gerenta.

Cree que la empresa va en la dirección de lo que es hoy el sector y será en el futuro. "En 15 años los productores estarán con una gran sinergia entre ellos, agrupados en las distintas asociaciones para potenciar mucho más los conocimientos, experiencias y resultados. En estos tiempos ya se ve que el camino es ese, con la adquisición de tecnología aprovechada al 100% para costos, aumentar rendimientos y optimizar tiempos y recursos", expresó.

Después de varios trabajos en el sector, de vincularse con la administración de campos y armar una plataforma de negocios, a Debuchy y uno de sus socios, Javier Beverina, se les ocurrió pensar en un "Uber para camiones".

Investigaron el mercado de transporte para revolucionar la manera en que se contrata un camión. Del cuaderno donde se anotaba una carga lograron la evolución a una plataforma digital llamada Humber, que conecta a camioneros y transportistas con empresas para el transporte de productos. Ya es una comunidad con más de 2000 camioneros registrados, más de 200 empresas transportistas y 800 dadores de carga, que se denominan "points". Es gratuita para esos "points", pero con un costo para camioneros y transportistas. Funciona para todo tipo de cargas, no solo granos, y tiene un seguro de carga gratuito dentro de la plataforma.

"Nos dimos cuenta de que podíamos agregar valor en todos los eslabones de la cadena, no solo el productor", contó Debuchy. Este emprendedor ve a su generación muy familiarizada con la tecnología y cree que ese facilita desarrollos. "Hay un recambio generacional en donde los nuevos líderes de las empresas están más familiarizados con la tecnología y más dispuestos a incorporarla dentro de sus empresas", señaló. "Nuestra generación tiene una relación con la tecnología mucho mas cercana y natural que la generación de mis padres", agregó.

Ingeniero agrónomo, Bragachini es técnico del programa nacional de agroindustria y agregado de valor del INTA. Allí, su foco está en las bioenergías. Se especializó en ellas porque, sostiene, además de producir alimentos el país tiene un gran potencial en esa materia. Hace investigación, extensión y atiende las demandas que llegan sobre el tema.

"En 15 años se va a avanzar no solo en la adopción de tecnologías para mejorar en productividad, sino también en lo que refiere al manejo de los residuos generados en estas producciones, transformándolos en bioenergía (biogás o syngas), biofertilizantes, etcétera. Esto no sólo como una necesidad de realizar producciones más sustentables sino, además, como una exigencia para ingresar a diferentes mercados", estimó.

Bragachini ve un aporte en esta área también para resolver problemas de falta de energía. "Todo proceso de transformación industrial requiere de energía y muchos lugares del interior del país hoy no poseen una red de gas o electricidad para las mismas. Por lo tanto, mediante la bioenergía, con generación de energía mediante biomasa residual o producida, y otras energías renovables se puede estar alimentando con energía distribuida a esas zonas", concluyó.

Para generar más empleo

400

millones

de personas puede alimentar la Argentina con su actual nivel de producción. Para 2030, con más producción, según Marcos Bragachini, del INTA, además de ingenieros agrónomos, veterinarios o zootecnistas el país necesitará para el sector más profesionales de otras áreas, como expertos en alimentos, química, industrial, ambiental, biólogos y biotecnólogos

15

años

En ese plazo se prevén más avances en tecnologías de información. "Desarrollarnos en la globalización de la información permitió una visión más amplia de las problemáticas", dijo Bragachini

El recambio en las entidades gremiales

Federico Conforti (21) está cursando cuarto año de agronomía en la Universidad Nacional de La Plata y ya despunta como dirigente. En rigor, en 2013 ingresó en el Ateneo Sociedad Rural de La Plata (Carbap/CRA) y hoy es su presidente.

"Considero que la participación nos brinda herramientas para defender nuestra actividad o nuestras ideas. Es el proceso necesario para dejar la queja e iniciar la acción", expresó.

En su opinión, los actuales dirigentes del agro "entienden que es necesario" que los jóvenes se formen y "nos brindan un espacio". Destacó que en las entidades hubo un punto de inflexión con el conflicto de 2008.

"Las entidades gremiales en general tuvieron un punto de inflexión en el conflicto de 2008. Algunos dirigentes tuvieron que entender que las entidades son de representación y no un club social. Vieron la obligación de salir a defender al sector de un gobierno que no respetaba a nada ni nadie. Aún así, seguimos con una comunicación propia del siglo XVIII. No estamos encontrando la forma de contar qué es lo que nos sucede como sector. Durante mucho tiempo creímos que todos sabían que hacíamos en el campo y la realidad nos demuestra que no. Hemos logrado avances importantes en este aspecto, pero tenemos que seguir trabajando", dijo.