Estamos transitando un período de acentuadas fluctuaciones. Se trata de un tiempo que se condiciona por lo que pasa en EE.UU.

Los precios se convierten en una quimera donde la especulación tiende a tomar ganancias en desmedro de los desprevenidos.

Los valores del FOB Chicago de los últimos días se pueden representar rápidamente así.

En el 1 están los precios de la primera semana de julio; en el 2, los de la segunda; en el 3, los de la tercera; y en 4, los de la cuarta. En el 5 está el valor del día 31 de julio y en 6, el del día 1 de agosto.

Hoy 2 de agosto, al cierre de este informe, las bajas vuelven a presentarse, como consecuencia de pronósticos de lluvias y de un fuerte pesimismo en las bolsas de Europa. En el mercado de Chicago los futuros agrícolas cerraron en bajas por mejores condiciones climáticas en las regiones productoras de Estados Unidos, en un contexto de empeoramiento del cuadro financiero procedente de la U.E. y de mayor firmeza del dólar.

La Bolsa de Chicago está caracterizada por una extrema volatilidad, que desde un elevado nivel de precios, queda sometida a diversos reportes meteorológicos y rumores sobre el clima que generan gran incertidumbre sobre el devenir productivo en EE.UU.

Los fondos de inversión especuladores se hallan en una posición comprada muy alta. Y por ende, frente a cualquier indicio de cambio en la tendencia, reaccionan con presteza, y con demasiada intensidad en las respuestas.

De esta forma, lo que se aprecia es una suerte de “overshooting” en cada jornada sujeta a noticias, a veces alentadoras y a veces desalentadoras, en términos de producción en el área agrícola de EE.UU.

Con que sólo se estimen nuevas precipitaciones, Chicago reacciona con fuerza. Y aunque las supuestas lluvias se calculen en un volumen reducido, el comportamiento de los fondos especulativos es extremo. Y así, se genera un especie de “efecto manada”.

En este cuadro de volatilidad extrema, no olvidemos que la oferta de América del Sur habrá de ir condicionando los precios una vez que se inicie la campaña de siembra.

Dos países como Argentina y Brasil han incrementado notoriamente su producción, ganando participación en el comercio internacional.

A partir de la campaña 2002/2003, la producción de soja conjunta de Brasil y Argentina supera a la producción de los EE.UU. Y esta participación no deja de aumentar.

Lo que deseamos recordar acá es que, independientemente de la evolución del clima norteamericano, y en consecuencia de la producción, el mercado empezará a tomar nota de lo que sucede en nuestra región.

La nueva oferta en potencia procedente de América del Sur, comenzará, en poco tiempo, a incidir en las fluctuaciones de precios. ¿Cómo? Pues achatando los picos y declives.

Así las cosas, si la campaña en el hemisferio sur evoluciona con éxito, los valores no sólo tenderían a perder volatilidad sino que también emprenderían una tendencia declinante.