Cristina Kirchner repitió ayer que los aumentos que se conceden a los jubilados son los que se pueden dar sin arriesgar la sustentabilidad de largo plazo del sistema, que ella dice preservar, y que algunos de los que piden mayores subas, al contrario que ella y su esposo, ajustaron a la clase pasiva, reduciendo sus haberes.

Las dos cosas son inexactas. Néstor Kirchner hizo un ajuste real sobre los haberes de los jubilados que ganaban más que la mínima cuando él llegó al gobierno, al mantenerles sus haberes congelados y luego actualizarlos muy poco, permitiendo que la inflación hiciera el "trabajo sucio". Fue una injusticia, una expropiación, una confiscación que merece reparación. No lo dice la oposición, sino un fallo de la Corte Suprema.

Es Cristina Kirchner la que se niega a cumplir con esa sentencia si cada uno de los potenciales beneficiarios no hace a su vez una nueva causa. Miles de juicios se acumulan y entorpecen los tribunales y hace esperar injustamente a miles que no vivirán para ver recuperado lo que el gobierno de Néstor Kirchner les quitó.

La deuda crece, las sentencias habrá que pagarlas y los haberes deberán actualizarse, lo que supone un riesgo para la sustentabilidad del sistema.

El otro problema del sistema que fue heredado por los Kirchner es el alto grado de evasión. La mitad o más de los activos no contribuyen y, por lo tanto, no tienen derecho a un haber jubilatorio ni a las prestaciones complementarias, como las del PAMI.

La experiencia política demuestra que es imposible en la Argentina decirle a la mitad de las personas en edad de cobrar haber previsional que no se les pagará porque no aportaron. De modo que los futuros beneficiarios del sistema no son, en la cuenta de sustentabilidad, sólo los que hoy aportan, sino todos los que hoy están ocupados. Es decir, algo así como el doble.

Los Kirchner pueden decir con toda razón que ellos no son los inventores del empleo en negro. Hace muchos años que en la Argentina el empleo informal no ha hecho otra cosa que aumentar.

Pero, en todo caso, se le puede achacar a la actual gestión no haber podido hacer nada para lograr una reducción significativa del problema. Tampoco parece haber un plan para lograrlo. Es loable que la Presidenta diga que no quiere aumentar más los costos laborales del sector formal porque hay que pensar en los que todavía no tienen empleo. Es un razonamiento acertadísimo.

Como dice Juan Carlos De Pablo, al hacer política económica "hay que pensar en los ausentes". Y su ejemplo es muy gráfico: "En el colectivo, el que ya subió dice: «Metalé, chofer»; y el que todavía está abajo clama que se quede parado y que los que ya están arriba se compriman". Mimar mucho a los que ya están arriba desampara a los que están de a pie. La Presidenta tal vez se acuerda un poco tarde de ponerle, aunque sea de palabra, algún límite a Hugo Moyano y la CGT.