“Ni muy muy, ni tan tan”. Así como dice el dicho, podríamos describir el estado en el cual la mayor parte de las chacras de soja del país ingresan a la recta final del ciclo productivo.

Según afirman diversos productores a Rurales El País, no esperamos “una zafra récord, ni mucho menos”, pero sí podemos aspirar a tener buenas cosechas.

En líneas generales, el régimen de precipitaciones fue benevolente en todas las zonas del país, e incluso algunas lluvias que se dieron en el día de ayer permiten al cultivo llegar al final del ciclo sin demasiados sobresaltos. De todos modos, varios días sin lluvias y algún golpe de calor dejaron su huella en el posible rendimiento.

Por su parte, es oportuno recordar la cantidad de inconvenientes que existieron en primavera, al momento de la siembra, ya que desde la segunda quincena de octubre y casi hasta fin de año, tuvimos una gran frecuencia de lluvias, llegando cada pocos días e imposibilitando de este modo la normalidad de las labores de implantación.

Por ello, algunas chacras de segunda no lograron una buena instalación y ya desde el arranque empezaron a jugar el partido esperando menos kilos de potencial.

A su vez, por esta misma razón es que se concretó la siembra de un área menor a la que se esperaba. El año pasado fue lamentable por el escaso régimen de lluvias, pero para esta campaña, amparado en los pronósticos de un año llovedor, se esperaba un incremento importante en la superficie de soja como de maíz. Las demoras antes mencionadas terminaron inclinando al productor por una siembra de maíz de segunda, antes que implantar una soja en la segunda quincena de diciembre o aún más. Es así, que según DIEA, esta zafra tendremos 1.064.555 hectáreas de la oleaginosa en todo el país. Indiscutiblemente, sigue siendo el principal cultivo en área y representó incluso, un incremento de 5,3% frente a 2022/23.

Como siempre, todo terminará de definirse con el clima de las próximas semanas, pero se espera una buena cosecha de soja.