Desde entonces, todo el sistema monetario mundial está basado en la confianza de los papeles que emite cada Banco Central

El 15 de agosto pasado se cumplieron 47 años desde que Richard Nixon, entonces presidente de Estados Unidos, declaró la inconvertibilidad del dólar al oro. Desde entonces, todo el sistema monetario mundial está basado en la confianza de los papeles que emite cada Banco Central.

¿Cuál es la diferencia entre el patrón oro y la moneda fiduciaria? La diferencia está en que el dinero fiduciario no tiene respaldo en oro ni ninguna otra mercadería que los respalde. Solo la confianza que pueda tener la gente en esa moneda es lo que puede transformarla en tal.

Por el contrario, en el patrón oro, la moneda es el oro y los billetes que circulan son solo recibos que certifican la existencia de ese oro como respaldo. Producir una tonelada de oro no es lo mismo que producir una tonelada de billetes (cuando me refiero al peso de los billetes, no me refiero a las que se pesaban en la era k). En el caso del oro hay todo un costo de producción que no permite producir oro en cualquier cantidad. En el caso de la moneda fiduciaria, el límite está en la cantidad de papel, tinta e imprentas que puedan imprimir billetes.

Argentina abandonó definitivamente el patrón oro en 1929 y en 1935 empezó a funcionar el Banco Central. El respaldo del peso no es otro que la confianza que la gente pueda tener en la calidad institucional de los gobierno emisores. Con 5 signos monetarios destruidos desde 1935, donde un peso actual es equivalente a 1 billón de pesos moneda nacional dado que al peso se le quitaron 13 ceros desde que existe el BCRA.

La tasa de inflación promedio entre 1935 y 1917 da 63,3% anual. Es decir, salvo períodos muy cortos, desde que se creó el BCRA, los argentinos hemos convivido con una tasa de inflación de dos dígitos altos. Obviamente con los picos del caso como en la hiperinflación de 1989 que llegamos a casi el 5.000% de inflación. Si alguien puede darse una idea de magnitudes, la inflación entre 1935 (cuando se creó el BCRA) y 2017 a mí me da trillones en incremento porcentual. Como es muy difícil de imaginar ese número, es que prefiero dar el 62,7% anual promedio como mencionaba antes.

Gráfico 1


Es más, para graficar año a año la inflación desde 1935 hasta 2017 se complica por la amplitud de los números, de -1,8% en 1998 llegamos al 5000% en 1989, por eso hay que recurrir a una escala logarítmica para graficar, algo que no es recomendable para un medio masivo como INFOBAE, pero no queda alternativa. Los blancos en la curva son porque no refleja los números negativos.

Lo que permite ver este gráfico es que actualmente estamos en inflaciones equivalentes a los de las décadas del 50, del 60 y principios de los 70, ya que luego se dispara con el rodrigazo.

Ahora bien, lo relevante es que con esta historia inflacionaria, el peso argentino no puede nunca generar confianza para ser moneda, en el sentido de constituir reserva de valor. Como no es reserva de valor no sirve para hacer cálculo económico, por ejemplo, estimar proyectos de inversión a 10 años. ¿Cómo estimo, con la inestabilidad monetaria que tenemos, los costos futuros de mano de obra, insumos, etc.?

Dada esta historia inflacionaria es que los Argentinos elegimos el dólar como moneda (hasta los k, con su modelo Nac&Pop, llenaban los bolsos con euros y dólares). Dado que no tenemos una moneda para hacer cálculo económico y la ausencia de moneda frena las transacciones, surge la idea de dolarizar o establecer un sistema de competencia de monedas. ¿Solucionaría la dolarización nuestro problema de falta de moneda? Creo que sí, pero parcialmente porque tenemos otro problema: una larga historia de falta de seguridad jurídica.

Como los diferentes gobiernos argentinos fueron sistemáticos confiscadores de activos financieros para cubrir el déficit fiscal, el argentino ahorra en el exterior. La primera confiscación de los ahorros en dólares fue durante la presidencia de Arturo Illia, en 1964, cuando se confiscaron depósitos en dólares por U$S 200 millones que serían unos U$S 1.600 millones actuales. En 1975 mucha gente perdió sus ahorros y su capital de trabajo por el rodrigazo, luego la crisis de la tablita cambiaria, la hiperinflación, el plan Bonex, la pesificación asimétrica, la confiscación de nuestros ahorros en las AFJP y, tal vez, me esté olvidando de algún otro caso. Lo cierto es que aun teniendo moneda, por ejemplo dolarizando la economía o estableciendo competencia de monedas, tenemos el problema que, dada la falta de seguridad jurídica, el argentino tiene sus ahorros en el exterior.

Gráfico 2


Si tomamos el total de depósitos respecto al PBI, de acuerdo a datos del Banco Mundial, el promedio mundial está en el 50%, el promedio de Latinoamérica y el Caribe también en el 50% y seleccionando algunos países que se pueden ver en el gráfico 1, tenemos una de las relaciones más bajas, incluso por debajo de Uganda, Camerún y Burundi.

Ésta tan baja relación depósitos/PBI nos indica que el ahorro del argentino volcado al mercado interno es mínimo, como consecuencia de la inseguridad jurídica y, por lo tanto, hay muy baja capacidad de financiamiento tanto de la inversión como del consumo. El populismo que venimos padeciendo desde hace décadas hizo que el argentino llevara sus ahorros al exterior, a países desarrollados, con lo cual llegamos al absurdo que nosotros, que somos un país subdesarrollado, terminamos financiando la inversión y el consumo de los países desarrollados. Pero no porque el argentino sea una mala persona, sino porque las reglas de juego de un estado saqueador nos llevó a tal grado de inseguridad jurídica que pocos quieren ahorrar en el mercado de capitales de Argentina para no ser confiscados por el estado. Esto genera altas tasas de interés, encima con el estado demandando el escaso ahorro interno para financiar el déficit fiscal, que hacen inviables las inversiones.

En síntesis, creo que los argentinos necesitamos tener una moneda y que no estamos en condiciones de generar nuestra propia moneda fiduciaria porque la dirigencia política argentina no ofrece esa confianza, pero con un cambio de sistema monetario no terminaríamos de resolver un problema mayor: la inseguridad jurídica derivada de un estado saqueador que ha confiscado cuanto ahorro ha encontrado a su paso para financiar las aventuras populistas.

El largo camino que nos queda por delante es tener seguridad jurídica. Esa que ofreció la Constitución de 1853/60 y nos permitió ser uno de los países más prósperos de la tierra. Retomar los principios de aquella Constitución es lo que nos abrirá la puerta para volver a crecer.

Fuente: Economía para Todos