El norte de Buenos Aires es blanco de heladas tardías entre agosto y septiembre, que pueden afectar las plantas de duraznero y arándanos y, según el estado vegetativo, perjudicar el desarrollo de los frutos de toda la campaña. Para prevenir daños mayores,  el INTA San Pedro activa un sistema de alertas gratuito que, a través de múltiples medios de comunicación, los productores reciben información información meteorológica que les permite anticiparse a la posible ocurrencia de heladas. De esta manera, ellos pueden prepararse para las noches de vigilia en las que deben proteger los frutales.

“El servicio de alarma para el control de heladas no solamente actúa como preventivo a la hora de indicar la posibilidad de ocurrencia de esta adversidad climática, sino que también es un buen parámetro que señala la intensidad con que se presenta el fenómeno durante la vigilia”, explicó Carlos Zanek, responsable del área de Agrometeorología de INTA San Pedro.

La información que se provee es relevada en el Observatorio Agrometeorológico del INTA, ubicado en San Pedro, y se complementa con datos registrados por las estaciones meteorológicas automáticas del instituto (Nimbus THP), instaladas en las localidades de San Nicolás, Río Tala y Lima.

Los informes resultan de referencia para anticipar y seguir el desarrollo de las heladas en el norte bonaerense, principalmente en los partidos de San Pedro, Baradero y Zárate –con mayor concentración de producción frutícola– y, en menor medida, San Nicolás y Ramallo.

De acuerdo con el especialista, “conocer la manera en que se produce el descenso térmico en tiempo real pone a disposición una herramienta para tomar la decisión de implementar o no el método de defensa elegido y, en el caso de llevarlo adelante, contribuye a determinar el momento adecuado de inicio”.

Si bien existe una gran diversidad de métodos de control, cada uno con un fundamento teórico, los que comprenden la aplicación de algún tipo de energía para contrarrestar el descenso térmico –denominados de defensa activa– requieren que los productores permanezcan en el campo durante toda la noche para seguir el desarrollo de la helada.

En la zona norte de la provincia de Buenos Aires, la defensa del cultivo de durazno se realiza, básicamente, a partir de la calefacción de los lotes productivos con diferentes agentes de combustión –leña es el más habitual–. Por su parte, en arándano, se utiliza aspersión de agua sobre los órganos vegetales para contrarrestar el efecto de las bajas temperaturas.

En línea con la explicación del especialista, las heladas de la zona se producen, principalmente, por la combinación de dos factores: por un lado, el ingreso advectivo de masas de aire de origen polar –el famoso “viento pampero”– y, por otro lado, la pérdida de calor del suelo por irradiación. “Por ende, un modo de saber cuándo existe riesgo de heladas es realizar un seguimiento de la dirección del viento”, puntualizó Zanek, quien agregó: “A grandes rasgos, cuando notamos el ingreso de viento del sector del sur o sudoeste, comienza el momento de prestar atención a la ocurrencia de heladas”.

Zanek explicó que, en términos generales, años secos inducen a mayor ocurrencia de heladas y, por el contrario, niveles elevados de humedad en el ambiente originan menor cantidad de días con heladas. En ese sentido, “años afectados por eventos ENSO ’La Niña’ tenderían a que se produzca una elevada cantidad de heladas, mientras que, cuando se presenta ‘El Niño’, se registrarían un menor número de días con heladas”, argumentó.

No obstante, reconoció que, más allá de los indicios que brindan los pronósticos, “las condiciones ambientales locales juegan un papel sumamente importante en la ocurrencia o no de un evento de helada”. “Un pasaje de nubosidad que actúa emitiendo contrarradiación atmosférica, la cercanía al Río Paraná que influye sobre el nivel de humedad en el aire o la circulación de aire ligada a la topografía del terreno son algunos factores que contribuyen a determinar la posibilidad de que hiele o de que la temperatura no alcance valores negativos capaces de dañar a los frutales durante las noches de vigilia”, ejemplificó Zanek.