La Argentina volvió a mostrar ayer que sigue siendo uno de los mercados más vulnerables al cambio de clima financiero global, pese al inédito paraguas que el Gobierno consiguió del Fondo Monetario Internacional (FMI) para tratar de convencer a los inversores de que no tendrá problemas para financiar su tránsito hacia cuentas más ordenadas.

Así lo mostró el aumento del 4,8% que volvió a anotar el riesgo país, que llegó a los 586 puntos y alcanzó los niveles que tenía cuando el país definía en las elecciones de octubre de 2015 buena parte de su derrotero futuro. También fue significativa la caída de dos dígitos porcentuales que registraron las acciones de las empresas argentinas más negociadas aquí y en el exterior. El Merval retrocedió 8,9%. A eso se sumó una renovada presión devaluatoria que golpeó 1,2% al peso y quedó reflejada en la escalada que llevó al dólar a ubicarse, otra vez, sobre los $28 (cerró a $28,05 para la venta al público, 32 centavos por encima del nivel previo) tras cuatro ruedas de negocios por debajo de ese rango.

El nuevo y diferencial castigo que sufrió el riesgo argentino, en un contexto caracterizado por la salida de fondos de la región, un rojo generalizado en las bolsas y renovadas presiones revaluatorias del dólar a nivel global, llegó el día después de que el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) dejara a la vista los desequilibrios macro que ayudaron a potenciar en los últimos meses la corrida cambiaria.

El organismo reportó un aumento del 34% en el déficit de cuenta corriente, que lo hizo trepar a US$34.000 millones en los últimos 12 meses y llegar al 5,3% del PBI. También contabilizó un aumento del 27% interanual en la deuda externa, que escaló hasta los US$253.741 a fines del primer trimestre.

Son todos datos que llevaron en los últimos meses a algunos analistas a advertir sobre las vulnerabilidades de la economía local y que impulsaron ayer a la agencia calificadora Moodys Investors Service a ubicar al país junto a Ghana, Mongolia, Pakistán, Sri Lanka, Turquía y Zambia, y definirlos como los más expuestos a perjuicios ante un escenario caracterizado por una tendencia del dólar estadounidense a fortalecerse.

Se trata de debilidades que estaban disimuladas hasta hace muy poco con el ingreso de capitales financieros, en un mundo que los ofrecía baratos. Pero que se hacen sentir cuando esos mismos fondos se van, más en un contexto en que el giro recesivo que ensaya la economía transforma a dichas facturas en mucho más costosas.

"Las cifras que publicó el Indec no son números que los inversores desconozcan, pero impactaron por su dimensión y ayudaron a potenciar el castigo en un contexto generalizado de aversión al riesgo porque, entre tanto, la economía local no recobró previsibilidad. Eso explica que mientras que el índice emergente cae 2%, China ajusta 2% y Brasil y la India, 3,5%, nuestro mercado se hunde 9%", sostiene el consultor Luis Palma Cané.

Desarme de carteras

El nuevo desarme de carteras se hizo sentir en una jornada de tensión que propició el ambiente para toda clase de rumores. En este sentido, la Bolsa porteña vivió su peor rueda de negocios desde mediados de 2014 al caer casi 9% promedio, algo que según algunos operadores pudo estar potenciado por una versión que indicaba que el Gobierno planeaba ampliar la aplicación del denominado "impuesto a la renta financiera" a la inversión en acciones. Para otros, la ola de ventas, que tuvo su origen entre los papeles que se negocian en Nueva York, se potencia por la "zona de incertidumbre" en la que entró el mercado,

"La crisis dejó en revisión la hoja de ruta que el Gobierno había fijado para precios y tarifas: lo que está claro es que habrá modificaciones pero no se sabe cuáles serán. Eso lleva a los grandes fondos e inversores a agregarle prima de riesgo a la inversión en acciones locales y genera el diferencial que se ve entre nuestra Bolsa y las otras", explica Juan Manuel Vázquez, analista de acciones de Puente.

Lo concreto fue que de las 28 acciones que conforman el panel líder en la Bolsa local "18 cayeron más del 10%, y solo 2 acciones [Petrobras y Tenaris] tuvieron variación positiva por la suba que tuvo en el día el crudo", observó María Laura Segura, del Grupo SBS. En Wall Street, esa situación la padecieron 5 de los 21 papeles argentinos que allí se operan, con pérdidas que promediaron el 13% en los casos del Banco Supervielle y de Central Puerto, castigos que aquí se ampliaron al 15 o 16% por la devaluación del peso.

"Las valuaciones quedaron al nivel que tenían durante el cepo cambiario, al final de la administración K. Esto hace que haya hoy empresas que tienen más cash que lo que valen por Bolsa y se llama overshooting [sobrerreacción]", sostuvo el asesor de inversiones Augusto Darget, titular de Silver Cloud Advisors.

Ocurre que, con la baja de ayer, la Bolsa quedó con precios 8% en dólares abajo del nivel que tenía en esa moneda antes del ascenso a mercado emergente por parte de MSCI y acumula una caída de casi 16% en apenas 4 ruedas.

La ola de liquidaciones alcanzó también a los bonos de la deuda, que se movieron generalizadamente con bajas, que se hicieron más notorias y llegaron al 3,5% entre los papeles de vencimiento más alejado.

"Por las debilidades macroeconómicas que tenemos (déficit fiscal y de cuenta corriente e inflación) siempre nos van a pegar más cuando se activan estos movimientos de reflujo del mismo modo que nos premian de más en algunos momentos de recuperación. Pero creo que esto se amplificó ahora porque se teme una mayor inestabilidad política hacia adelante", observó Gustavo Neffa, director de la consultora Research for Traders.

El Tablero de las variables

8,8%

Se desplomó la BolsaEl índice Merval tuvo su peor jornada de los últimos 4 años, con derrumbes que llegaron al 16% entre algunos papeles

4,83%

Se disparó el riesgo paísCerró en 586 puntos, con lo que aumentó 67% en el año y retornó al nivel que tenía en octubre de 2015, cuando se definía la última elección presidencial

1,2%

Se devaluó el pesoVuelve a marcar mínimos contra el dólar, pero en el día cayó lo mismo que el real brasileño

Por: Javier Blanco