La cuarta Revolución Industrial nos pone frente a un cambio tecnológico y también nos enfrenta a una transformación en la forma de organización de las empresas. Este escenario no es exclusivo de una industria. Y el agro no es la excepción.

Esta nueva era requiere mejorar las tasas de éxito y solucionar los retos que nos encontraremos en los próximos años. Este cambio se trata de, cómo lo señala Salim Ismail, "escalar las organizaciones".

¿Pero qué significa escalar las organizaciones? En principio es una nueva manera de pensar la forma de organizar las empresas, con el objetivo de que estas nuevas estructuras logren afrontar de manera exitosa los grandes retos de la humanidad aprovechando las tecnologías exponenciales. Antes de caer en la idea de que sólo con adoptar las tecnologías alcanza, analicemos cómo el escenario es el mismo, sea cual sea el tamaño de la empresa.

Todas tienen la necesidad de transformarse para ser rápidas, eficientes e innovadoras.

Todas deberán ser globales y escalables.

La tecnología que tenemos disponible como usuarios permitirá desarrollar proyectos para impactar el mundo entero.

Cambiar el paradigma vertical de las empresas agro.

La mayor parte de las grandes organizaciones y el modelo al que muchas empresas aspiran llegar utilizan una estructura vertical en el cual los modos de aprobación de los proyectos nuevos son muy lentos. Esto representa cierta seguridad respecto de la dirección y el control, pero es nocivo en cuanto a responsabilidad, velocidad y tolerancia al riesgo.

Las innovaciones en las grandes compañías requieren de procesos de autorización que terminan por desalentar a los emprendedores internos. Y por otro lado, el modelo vertical, corre por detrás de los cambios. Compartir información es clave para crear compañías exponenciales.

En 2014, durante el Día Mundial de la Alimentación, el actual jefe de Gabinete del Ministerio de Agroindustria, Santiago del Solar, sostuvo: "El secreto mejor guardado de los agricultores argentinos es que no hay secretos entre los productores". Esta premisa que circula entre los empresarios del agro es la clave en el éxito de las compañías que disrumpen. Compartir información que pueda redundar en beneficios de todos es 100 veces más potente que las inversiones en infraestructura.

En la industria de la geolocalización, Waze logró demostrar que la colaboración supera al pensamiento lineal de las compañías tradicionales. Sus fundadores decidieron recoger información de localización a través de crowdsourcing, aprovechando los sensores GPS de los teléfonos de sus usuarios para obtener información del tráfico. Así una empresa con menos de 13 empleados, le ganó la batalla a Navteq la compañía de navegación digital comprada por Nokia. En cuatro años Waze tenía diez veces más fuentes de información y a costo cero. Por el contrario, costaba una fortuna mejorar el sistema de Navteq. El secreto fue utilizar las tecnologías disponibles y trabajar sobre el nuevo paradigma de compartir información.

En conclusión, en América Latina ya hemos perdido otras oportunidades para generar cambios en nuestros modelos de desarrollo. Quedamos detrás en las pasadas revoluciones industriales. Se trata de pensar si queremos transformarnos para ser el disruptor o ser disrumpido por otros. Si no nos movemos rápido, es probable que otra oportunidad haya pasado para el agro.