Volvió una noche

Luego de muchos años sin ataques, en 2015 reapareció la langosta en una zona comprendida por el sur de Tucumán, Santiago del Estero y Catamarca, donde produjo graves daños. En 2016, la población volvió a niveles normales pero en 2017 resurgió, aparentemente a partir de una manga que habría entrado desde Paraguay y Bolivia, asentándose en una zona de monte ubicada entre Chaco y Santiago del Estero. En esa región se produjeron tres generaciones en el año (el ciclo consta de huevo, ninfa y adulta voladora, que se reproduce y da lugar a una nueva generación).

"A partir de los nacimientos de esa zona hubo ataques de langostas en casi todas las provincias del norte argentino, ya que los adultos voladores pueden recorrer 200 kilómetros por día", advierte Roberto Palomo, secretario de Apronor. Esta gran movilidad es una de las causas por las que la plaga es difícil de controlar. En 2017 se han detectado 537 puntos donde se produjeron ataques. En algunos campos sembrados se debieron efectuar tres o cuatro aplicaciones para controlar la plaga. Por esta característica, requiere programas regionales, además de los nacionales.

Controles

Frente al problema, los productores y sus organizaciones han hecho reuniones con las direcciones provinciales de Agricultura y con las delegaciones locales del Senasa. Como consecuencia se han realizado algunas acciones de control, pero resultaron insuficientes. Sucede que el combate de la langosta es complejo. "Haciendo todo bien se tardarían tres años para reducir la población y 12 años para volver a niveles normales", cuantifica Palomo.

Los productores que van a desarrollar planteos agrícolas en lotes sin oviposiciones, pero con riesgo de invasión de ninfas desde lotes vecinos, pueden hacer franjas preventivas con insecticidas de alto poder residual. No obstante, deben revisar los lotes todos los días, ya que en el estado de ninfa la langosta es muy voraz. Se pueden hacer dos pasadas de la pulverizadora, que cubren 40 metros de ancho, y luego se mantiene la prevención con media dosis cada 10 días. Los productores que ya tienen la plaga en el lote y deben implantar un cultivo, pueden aplicar 150 cc/ha de cipermetrina en el barbecho, que mata las ninfas presentes, pero que no garantiza el control de nuevos ataques.

Plan integral

Por esa razón, se deben tratar las semillas con insecticidas residuales, que se traslocan a las plántulas y las protegen en los primeros estados. "Si ocurren ataques durante el desarrollo del cultivo se debe hacer nuevas aplicaciones con cipermetrina", recomienda Palomo. En todos los casos, hay que actuar rápidamente, teniendo el producto en el galpón y la pulverizadora en condiciones de operar.

¿Cómo articular un plan efectivo para el control de la langosta? Según Palomo, el Senasa lleva adelante el monitoreo de las poblaciones y debería actuar en coordinación con las provincias afectadas, para la compra de productos y para su aplicación. En la actualidad algunas provincias no se involucran en el control y otras lo hacen activamente.

"En 2017 la plaga ganó la pulseada y provocó graves daños. Hay que organizarse para prevenir perjuicios en la campaña agrícola que viene, sobre todo si el invierno resulta benigno", proyecta el productor. Y añade: "Se deben organizar las alertas si aparecen voladoras y el control en el nivel local, incluyendo los campos ganaderos, con la participación de todos los responsables involucrados".