Las negociaciones del Partido Justicialista de la provincia de Buenos Aires desnudaron el principal problema que frena el crecimiento de la Argentina: la ausencia de un sistema político establecido, que permita realizar acuerdos de largo plazo entre sus principales actores. Ante la dificultad para llegar a un acuerdo interno, el PJ se partió nuevamente, y Cristina Kirchner armó su frente por fuera para competir en las elecciones de octubre.

El régimen electoral argentino ha resultado en una excesiva fragmentación y territorialización de los partidos políticos. Hoy, éstos son poco más que asociaciones temporales de dirigentes locales que buscan proteger su poder territorial. Estos dirigentes dan indistintamente su apoyo a líderes de extrema izquierda como Cristina Kirchner o de derecha como Sergio Massa, ya que sólo les preocupa su poder territorial.

Varias características de nuestro sistema electoral generan este desquicio. El sistema de listas sábana, la capacidad de formar partidos o alianzas a nivel distrital, el sistema proporcional con distritos de magnitud elevada (listas largas en varias provincias), las listas colectoras y las leyes de lemas son factores que permiten esta fragmentación y territorialización.

Las reglas electorales son además las que hacen que las internas tengan un rol real o no. En la Argentina, éstas llevan a que, cuando un dirigente no logra acordar con otros de su "espacio", decide formar otro partido. Esto no ocurre, por ejemplo, en los sistemas donde se elige un representante por distrito, como en los Estados Unidos. Para un político norteamericano, abrirse del Partido Demócrata o del Republicano es sinónimo de suicidio político. Esto lleva a que las disputas entre dirigentes por poder o por ideas se diriman dentro de los partidos, y las internas entonces cumplen un rol fundamental. En la Argentina, las PASO carecen de sentido en la mayoría de los casos, ya que no hay competencia real dentro de los partidos, los que en general ya se fragmentaron en múltiples propuestas antes de las primarias.

En días recientes se alzaron varias voces para pedir la suspensión de las PASO, pero mejor sería cambiar la legislación y que los partidos se fortalezcan, para que las internas tengan sentido. Sin PASO, los dirigentes retendrían el control exclusivo de la conformación de las listas. Las PASO, al ser obligatorias, disminuyen el poder de las maquinarias políticas en las elecciones internas y por lo tanto tienen el potencial de ayudar a aumentar la participación ciudadana en la selección de candidatos. El debate por la expulsión de Julio De Vido de la Cámara de Diputados mostró la importancia de mejorar los procesos de selección de nuestros representantes.

La lista sábana también genera comportamientos perversos. Hace que los intendentes necesiten "colgar" sus candidatos locales de una boleta a senadores y diputados ganadora. En general, los votantes eligen la lista sábana sobre la base de los candidatos a senador o diputado en las elecciones parlamentarias, lo que acercó a los intendentes a Cristina Kirchner, quien mejor mide dentro del PJ en la provincia. El apoyo de los intendentes a Cristina, Randazzo o Massa, que toman estrictamente con un criterio de preservación de poder local tiene, sin embargo, consecuencias nacionales, como se vio en la cotización del dólar en días recientes.

Con un sistema partidario tan fluido y con dirigentes poco representativos y tan poco comprometidos con la política nacional, es difícil alcanzar acuerdos de largo plazo. Mucho se habla de la necesidad de firmar un "Pacto de la Moncloa" argentino, acordando un conjunto de "políticas de Estado". Pero, ¿quiénes firmarían este pacto en el caso argentino, y a quiénes representarían?

El país necesita un cambio en su régimen electoral que permita solidificar los partidos políticos y mejorar la selección de sus representantes. Esta reforma debería resultar en la existencia de unos pocos partidos, de alcance nacional, con una estabilidad tal que permita la realización de acuerdos interpartidarios duraderos. También debería convertir las PASO en un verdadero proceso de inclusión ciudadana en la elección de los candidatos. Los incentivos políticos están ahora más alineados para que se pueda implementar una reforma: el PJ, que hasta ahora había usufructuado la implosión del sistema, está sufriendo su propio "2001", como señaló Carlos Pagni recientemente.

Economista. Autor, junto con Sergio Berensztein, del libro Los beneficios de la libertad