Soy asesor agronómico, monitoreador en la zona Tres Arroyos e integrante de Bioterra SA. Me dedico principalmente a monitorear cultivos agrícolas en el sur bonaerense y esta tarea diaria me permite observar la evolución de los sistemas en tiempo real, evaluando su reacción y respuesta frente a los diferentes manejos e intervenciones que se realizan.

Cotidianamente, en conversaciones agronómicas, encuentro que tratamos de explicar los resultados productivos mediante variables simples y unidireccionales. Por ejemplo ¿cuál fue el híbrido sembrado?, ¿qué herbicida se aplicó?, ¿qué fungicida se utilizó?, ¿qué tipo de fertilización?, etcétera. Considero que si bien esas son importantes decisiones a tomar, en términos generales, son accesorias para encontrar la explicación a los resultados y nos conducen a no poder hallar el motivo real de lo ocurrido a campo.

Por tal motivo, propongo un "cambio de enfoque al momento de mirar nuestros sistemas agrícolas", uno que incluya el famoso todo, porque el todo es más que la suma de las partes. La naturaleza contiene infinitas variables, con infinitas interacciones y sinergias que no podemos medir y esto es precisamente, lo que se requiere asumir para tener una mirada holística al momento de monitorear cultivos.

Tendremos, entonces, que empezar a analizar a partir de axiomas, los cuales toman como evidente que se den ciertos resultados sin la necesidad de demostración. Claro, esto es opuesto a la mirada sistémica que la ciencia y la práctica profesional utilizan hoy, refugiándose en gran medida en el método científico para formular y contestar hipótesis. Mi enfoque no minimiza estos grandes logros de la ciencia, pero los desplaza del centro de escena al momento de sacar conclusiones sobre la evolución de los cultivos.

Llevado a campo y poniendo uno de los muchos casos que registro en mis recorridas de lotes, observo por ejemplo que los cultivos se enferman menos cuando hacemos rotaciones de muchas especies, donde es mejor la dinámica de los nutrientes, donde hay un mayor equilibrio de los microorganismos y donde finalmente tenemos cultivos más sanos. Entonces la buena sanidad de un cultivo no la obtengo necesariamente por el producto fungicida que utilizo, sino por el manejo integral utilizado. Nuevamente propongo tener un enfoque más holístico al momento de diseñar una estrategia de control de enfermedades. Esto lo podemos hacer extensivo al manejo de malezas, insectos y de la fertilidad.

En las salidas a campo, en momentos donde las lluvias son escasas, me encuentro con que los cultivos tienen más tolerancia al estrés hídrico y concluyo que esto es debido a un encadenamiento de factores difíciles de traducir en un tablero de control agronómico, pero que a mi entender se corresponde con que los suelos están más saludables producto de la rotación. Con ella se logra mejor manejo del agua debido a la abundancia de residuos en superficie, las raíces de los cultivos exploran mejor el perfil, las malezas son menos competitivas frente a cultivos vigorosos y, si además intervenimos con un buen paquete tecnológico, el resultado tienen grandes probabilidades de ser más exitoso frente al estrés hídrico. De esta forma podríamos seguir encadenando los numerosos factores que traten de explicar este resultado.

En nuestro ámbito, directa o indirectamente aplicamos y conocemos sobre la teoría del todo, pero las urgencias y necesidades diarias nos han ido cambiando el enfoque con el cual analizamos y tomamos decisiones empresariales y agronómicas. Estoy convencido que retomando el camino hacia una mirada mucho más holística, monitoreando los campos más intensivamente y observando la naturaleza podremos hacer que nuestros campos sean más productivos y rentables.