Luego de la asamblea de socios que la semana pasada habilitó la incorporación de socios estratégicos, entre otras definiciones, SanCor comenzó a tomar decisiones en dos direcciones bien definidas. Por un lado, en los últimos días incrementó los contactos con grupos inversores que ya habían manifestado su interés por avanzar en la compra de activos. Algunos ejecutivos pasaron por el país y otros lo harán en las próximas semanas.

Por otra parte, la cooperativa tiene decidido aplicar un fuerte recorte en su planta de personal. Sobre una dotación de 4000 empleados, está contemplada una reducción superior a 500 puestos vía diferentes alternativas de desvinculación. Ambas decisiones dejaron trascender fuentes vinculadas con el proceso que vive la cooperativa.

Con parte de los $ 450 millones que el Gobierno ya le dio vía un fideicomiso, la firma comenzó a regularizar una enorme deuda que tiene con productores, empleados y proveedores de insumos. Y está dando pasos para incorporar socios, como se votó en la asamblea. Ya hubo contactos con el grupo alimentario Lactalis (Francia) y con la exportadora de lácteos Fonterra (Nueva Zelanda), y habrá un mayor intercambio en las próximas semanas. El grupo Lala (México) también avisó de su interés, si bien sus directivos aún no estuvieron en el país para hablar con los ejecutivos de SanCor. No se descarta que pronto haya un encuentro cara a cara.

La uruguaya Conaprole hizo trascender que le gustaría iniciar conversaciones, pero en SanCor consideran que no tendría las espaldas suficientes para una operación de esta naturaleza.

Para la operación se sigue manejando el criterio de que el posible comprador, que lo haría vía la figura de una sociedad anónima, tendría un 70% del control de los activos, contra el 30% que conservaría la cooperativa de tamberos. Ninguna operación se cerraría antes de las elecciones de octubre próximo.

La empresa tiene cuatro plantas totalmente inactivas: Moldes y Brinkmann (Córdoba), Centeno (Santa Fe) y Charlone (Buenos Aires). Esas plantas seguirán cerradas y sólo alguna de ellas podría reabrirse si la empresa consiguiera recuperar parte del volumen de leche perdido. Vale recordar que de un nivel de procesamiento diario por encima de los tres millones de litros la firma cayó a los 700.000 litros diarios. La firma necesita recuperar volúmenes de leche para ser atractiva ante los inversores. Pese a que para estas plantas también existía la posibilidad de venderlas por separado, en los últimos días habría primado el criterio de dejarlas cerradas y encarar una eventual venta en un desprendimiento general de activos de la empresa.

Tras la última asamblea, trascendió que la decisión de SanCor era buscar desprenderse del 10% que le quedó del negocio de frescos (yogures, postres y flanes), luego de que el año pasado vendió el 90% al grupo Vicentín por US$ 100 millones. Esa operación se hizo tras la creación de la sociedad Alimentos Refrigerados (ARSA) y, además del control del negocio, Vicentín se quedó con dos plantas y 500 empleados. SanCor se hizo cargo no sólo de la provisión de leche, sino de la logística. A casi un año de esa operación, circularon versiones sobre cortocircuitos entre ambas empresas. De hecho, a SanCor ahora no le interesaría ceder el 10% restante.

Mientras define el futuro del negocio, trascendió que la firma también tiene el visto bueno del Gobierno para encarar otra pata de su plan de reestructuración: la reducción del personal. Diversas fuentes indican que eso se hará y contemplará una poda no inferior a 500 personas. Esto contradice un entendimiento que había logrado la cooperativa con el gremio lechero Atilra. En abril pasado, los trabajadores de la firma aceptaron hasta septiembre próximo una reducción del 15% de los salarios, a devolver a los doce meses a salario actualizado. La prenda de negociación fue que no hubiera despidos.