Usar las ventajas de la agricultura de precisión e innovar con la tecnología disponible utilizando los recursos existentes en el país: ese es el objetivo de un equipo de agrónomos que trabaja para maximizar las ventajas que el mejoramiento genético le proporciona al campo argentino.

"Los productores siembran la misma variedad de soja dentro de un lote, independientemente de si existe variabilidad en el tipo de suelo. Por limitaciones operativas de la tecnología disponible, en el pasado no era posible cambiar de variedad dentro de un potrero de tamaño promedio. Hoy en día la agricultura de precisión pone fin a esa restricción", afirma el doctor Agustín Pagani, del laboratorio Clarion, que asesora y brinda servicios de agricultura de precisión en todo el país.

El año pasado, Pagani y su equipo comenzaron a sembrar junto con productores de la zona dos variedades de soja dentro de un mismo lote, utilizando sembradoras con capacidad de dosificación variable de semilla y fertilizante en un campo en Zavalía, en el centro-oeste de la provincia de Buenos Aires. "La estrategia se basa en fertilizar el lote al voleo con fósforo y azufre, antes de la siembra, y utilizar el cajón fertilizador para sembrar la segunda variedad de soja sin mayores inconvenientes", explica.

Antes de la siembra, el equipo realizó "una caracterización ambiental intensiva", basada en un mapeo del suelo mediante la conductividad eléctrica aparente, los análisis de imágenes, los mapas de rendimientos y el muestreo de suelo en grilla. Con esa información concluyeron que, además de la fertilización variable, la siembra con dos variables era una opción interesante para ese tipo de campo. Fue así como trazaron las herramientas para definir con exactitud las zonas de alta y baja productividad, y elaboraron un mapa de prescripción donde volcaron varias capas de información.

El doctor Pagani destaca que no todas las variedades de soja se comportan igual ante cambios en las condiciones del lote. "Existen variedades más adaptadas a condiciones de muy alta producción, como suelos profundos, con alta capacidad de almacenaje de agua, influencia de napa y alta fertilidad. En estos ambientes, las variedades de ciclo más corto, conocidas como ofensivas, expresan todo su potencial de rendimiento", afirma.

Para los peores ambientes

Sin embargo, en condiciones más restrictivas, como lomas arenosas, suelos afectados por sodio o poco profundos, compactación u otras limitantes, estas variedades de mayor potencial se ven más perjudicadas que otras seleccionadas para ambientes más estresantes, comúnmente llamadas variedades defensivas. Es por esa razón que las variedades "más rústicas", que generalmente son de ciclo más largo, más ramificadoras y con mejor comportamiento ante enfermedades y anegamiento, normalmente se siembran en los peores lotes.

"La sembradora lee el mapa de prescripción y cuando pasa de un suelo de menor potencial a otro de mayor potencial, el motor que comanda la siembra se detiene, pero simultáneamente se enciende el otro motor que comanda el fertilizante, que en realidad cuenta con la otra variedad", explica Pagani. Los profesionales sostienen que utilizando este sistema pueden explorarse los mayores rendimientos en los mejores ambientes del lote y "no perder tanto" en las zonas de menor productividad sembrando una variedad defensiva.

"Se observa un cultivo mucho más parejo que lo que hubiera sido una siembra tradicional con una única soja. La variedad defensiva de menor potencial sacrificó menos su crecimiento, cubriendo mejor el surco en los peores ambientes que la variedad élite de alto potencial adaptada a los mejores suelos. Esto es un ejemplo de la agronomía al servicio de la producción y de la agricultura de precisión al servicio de la agronomía", concluye.