En los suelos, y en especial acompañando al crecimiento de las raíces, encontramos muchos microorganismos que naturalmente contribuyen -entre otros procesos- a la nutrición de las plantas. Algunos lo hacen en forma directa incorporando nutrientes como es el caso de la fijación del nitrógeno del aire por rizobios que se ubican en nódulos de raíces de leguminosas tales como arveja, alfalfa, maní y soja.

En el caso de soja, un estudio reciente del INTA y universidades muestra que en algo más del 50% de la nutrición nitrogenada de soja depende de este proceso biológico. Otros microbios ayudan al mejorar el crecimiento de las raíces y así mejorar la exploración del suelo y la captura de nutrientes como se ha descripto con los promotores biológicos del crecimiento entre los que se encuentran los azospirilos. También naturalmente hay microorganismos tales como Penicillium, Pseudomonas y micorrizas, entre otros, que facilitan la disponibilidad de algunos nutrientes facilitando procesos de liberación y accesibilidad a nutrientes en los suelos.

Es así, que la microbiología de los suelos aplicada a la producción y en particular en relación con el crecimiento y nutrición de las plantas ha sido y continúa siendo un centro de atención no sólo para el estudio de estos procesos naturales sino para el desarrollo de soluciones agronómicas resultantes de su incorporación en sistemas productivos. Al inocular con estos microorganismos se logra mejorar la colonización (cobertura) de las raíces de los cultivos con especies benéficas anticipando así ocurrencia de los procesos en los que participan y en consecuencia las mejoras en crecimiento y nutrición de las plantas.

Estudio

Una reciente revisión de estudios académicos argentinos publicados desde el 2001 analiza las respuestas de diferentes cultivos a la inoculación con varios microorganismos en interacción con correcciones de nutrientes en más de 240 casos. Las evaluaciones de inoculación en soja en la Argentina muestran consistentes aportes a la producción que explican en promedio más de un 6 por ciento de los rendimientos alcanzables.

Estos aportes interactúan positivamente con la implementación de adecuadas prácticas de manejo de la nutrición del cultivo dado que el proceso de fijación del nitrógeno está también regulado por la nutrición con fósforo y otros nutrientes tal que no se limite el crecimiento activo de las plantas. La inoculación con rizobios es insuficiente para alcanzar altos rendimientos en ausencia de correcciones en la oferta de fósforo y azufre.

Las abundantes formulaciones de los inoculantes disponibles resultan de ajustes a las diversas condiciones de producción. Al respecto, uno de los desafíos para el manejo eficiente de esta práctica es definir con anticipación las condiciones de uso para su selección y aplicación adecuada.

La nutrición de las plantas en condiciones naturales muestra estrecha relación con procesos regulados por microorganismos de los suelos. Al inocular se incorporan algunos de estos microbios seleccionados promoviendo al mejor crecimiento, nutrición y producción de los cultivos.

El autor es coordinador del Comité Técnico de Fertilizar

Inoculación en trigo

En trigo, y en otros cereales de invierno, con la inoculación con azospirilos y otros microorganismos promotores del crecimiento de las plantas, también se mejoran los rendimientos de los cultivos. De esta manera se logra la mayor producción al combinar prácticas de fertilización e inoculación.

En promedio, las respuestas a la inoculación variaron entre el 5 y el 8 por ciento de los rendimientos alcanzados. Según los ensayos, al inocular aumenta la eficiencia de captación y aprovechamiento de los nutrientes aplicados al fertilizar. Con estas herramientas se logra una mayor proliferación de raíces y se atenúan las limitaciones en el normal crecimiento inicial de las plantas.