1- Esta semana se presentó el informe sobre el Producto Bruto del Trigo de las últimas dos campañas que fue realizado por el Instituto de Estudios Económicos de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. ¿Cuáles fueron las principales conclusiones que se obtuvieron?

Salieron varios temas de la comparación de la campaña 2015/16, un año horrible siendo la última campaña intervenida, con el ciclo 2016/17 que ya estaban las medidas del nuevo Gobierno. El principal fue que el valor agregado de la cadena se duplicó entre un año a otro. Mostró una facturación total de 3.823 millones de dólares, 1.378 millones de dólares adicionales respecto a la campaña 2015/16. Pero lo que es interesante es que el Gobierno perdió ingresos por no cobrar retenciones, pero esta mayor producción le genera 27% mas de ingresos que el año anterior que sí estaban las retenciones. Ganó el gobierno y ganó la cadena del trigo.

2- O sea, se podría decir que ganaros todos los actores...

Se favoreció el productor, la molinería y el Gobierno. También hubo aumentos en las compras de insumos. Hubo mas área fertilizada y mayor cantidad de kilos aplicados. Se movió el flete, las consultorías, los acopios, los mercados. En síntesis, se movió el interior del país que estaba estancado en el último tiempo. Con esto, demostramos que, con números y fundamentos, las políticas gubernamentales para el trigo fueron acertada para el país y para la cadena.

3- Yendo a la visión sobre la cadena del cereal, ¿cuáles son los principales desafíos?

Hay varios desafíos. El más urgente es que se sancione una Ley de Semillas, que sea actual a lo que sucede en el mundo. Hay que reconocer la propiedad intelectual. Y esto significa pagarlo. El segundo punto es reducir la informalidad de la economía. Necesitamos que todos compitamos en igualdad de condiciones. La molinería está trabajando muy fuerte en eso. Otro punto que preocupa es que los mercados que queremos llegar son muy exigentes con la medición de productos fitosanitarios que aparecen en el grano. Piden niveles muy bajos. Hay que adecuar los controles y las normas. Y otro punto sería mejorar la infraestructura para bajar costos, pero eso ya es más ajeno a nuestra cadena.

4- En relación al atraso de la sanción de la Ley de Semillas, ¿cuál es su opinión sobre la genética argentina en trigo?

Los trigos argentinos son buenos, tenemos buena genética. En este aspecto hay mucho por hacer. El productor basa su manejo productivo en la genética que va a sembrar. Hay que exigirle a los semilleros que generen una genética para competir en el mundo: para producir más y de mejor calidad, pero para competir hay que pagar ese desarrollo. Si queremos jugar en primera división, hay que reconocer la investigación y el desarrollo. Estamos bien pero podríamos estar mucho mejor. Un ejemplo de esto es es que dos semilleros nacionales cumplirán 100 años en el país.

5- ¿Cuánto es el porcentaje en la utilización de semilla legal?

El 25% de lo que se siembra le paga al semillero por el uso de semilla, dependiendo del año. El resto, es semilla propia que se guarda el productor y bolsa blanca (semilla ilegal).

6- Ya de cara a la siembra del cereal, ¿Cuáles son las expectativas para la nueva campaña luego del crecimiento que se registró en el ciclo 2016/17?

Creemos que volverá a crecer la superficie en la próxima campaña. En 2001/02 la Argentina llegó a sembrar 7 millones de hectáreas. Podemos alcanzar esta meta en dos o tres años. El que va a determinar el auge del área será el precio del trigo. Una de las cosas buenas que hay es el Mercado a Término que le anticipa al productor cuánto se le va a pagar por su producción. Además, prevemos que también va a crecer el uso de fertilizantes.