Paradójicamente, es el que menos se fertiliza. Esto impacta negativamente en el suelo, resultando en situaciones de deficiencias nutricionales en las principales zonas de producción de nuestro país.

Si bien esta situación es preocupante para los macronutrientes, que son los normalmente considerados dentro del plan nutricional, preocupa aún más para los micronutrientes, por su bajo nivel de reposición.

Los micronutrientes tienen un rol fundamental en las funciones fisiológicas de la planta, eso explica por qué las aplicaciones de micronutrientes en etapas puntuales del desarrollo del cultivo se traducen en importantes incrementos en los rindes. Es que como establece la ley del mínimo, formulada por el químico alemán Justus von Liebig en 1840, el nutriente que se encuentra menos disponible es el que más limita la producción.

Diversos estudios recientes demuestran que micronutrientes como el boro y el zinc presentan deficiencias muy marcadas en la región pampeana. Es el caso de la base de datos de análisis foliares del sistema Megalab, cuyos análisis sobre casi 2000 muestras presentan cifras alarmantes: un 83% de las mismas se encuentran por debajo del nivel óptimo en boro y un 77% no alcanza al óptimo en zinc.

Para tomar perspectiva del empobrecimiento de los suelos en materia de micronutrientes, cabe mencionar la investigación encabezada por el doctor Hernán Sainz Rozas, del INTA Balcarce, que mostró que la concentración promedio de zinc en suelos originales de esta región disminuyó de 4,6 partes por millón a 1,3 partes por millón en la actualidad.

Trabajando en alternativas para revertir esta situación, desde hace siete años venimos realizando ensayos con diversas instituciones y productores comparando la aplicación foliar de una formulación con 10% de zinc, 5% de boro, 35% de calcio y con 7% de nitrógeno en una dosis de dos litros por hectárea en relación con lotes testigo.

Los resultados obtenidos en las más de 80 evaluaciones realizadas en este período nos dicen que el cultivo de soja que recibe esta aplicación muestra una respuesta económicamente positiva en más del 80% de los casos y que el ingreso obtenido por ese plus en el rendimiento equivale, en promedio, a un valor tres veces superior al costo de realizar esa aplicación.

Para más precisiones, la respuesta promedio de todos los ensayos realizados fue de un incremento de 217 kilos de grano por hectárea (6%), observándose respuestas puntuales de hasta casi 500 kilos por hectárea (14%).