PARÍS.- Tras 22 años de negociación, el Mercosur y la Unión Europea (UE) podrían firmar el postergado tratado de libre comercio a fin de 2017, afirmó ayer en París el subsecretario de Integración Económica Americana y Mercosur, Daniel Raimondi.

Durante una semana de reuniones con sus pares europeos en Bruselas, Raimondi -uno de los cuatro coordinadores del Mercosur para la negociación con la UE- notó un cambio de actitud: "Percibí la voluntad de ambos bloques de ajustarse a la realidad, de ajustar los textos con pragmatismo y realismo. Una voluntad tan real que todos aceptaron la idea de intentar cerrar el acuerdo a fin de año", explicó. "Con la condición de que ambas partes den muestras de voluntad política", agregó con prudencia en un encuentro con LA NACION.

Raimondi llegó a París para participar en una conferencia organizada por la embajada de Brasil con el objetivo de disipar inquietudes en los medios económicos franceses. "Quisimos desmitificar prejuicios o preconceptos que hay sobre las consecuencias que podría tener un acuerdo sobre algunos sectores productivos", dijo.

La elección de la capital francesa no fue anodina: Francia es uno de los países que más temen el impacto negativo que podrían tener esos intercambios sobre su sector agrícola. A eso se suma en este momento la situación política de un país que tendrá elecciones presidenciales en dos meses y sometido al fantasma del eventual triunfo de la extrema derecha, decididamente proteccionista, antiliberal y antiglobalización.

Al peligro de los populismos que agitan Europa se acaba de sumar la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. Lejos de analizarla como un obstáculo, el Mercosur prefiere interpretar la situación como "una nueva oportunidad".

La próxima etapa de la negociación se realizará en Buenos Aires a fines de marzo, cuando 12 grupos de expertos buscarán "llegar a la limpieza definitiva de los textos que se están tratando en todos los sectores".

Si el acuerdo definitivo se obtiene a fin de año, sólo quedarían después cuestiones extremadamente técnicas para resolver. "Pero la esencia, el corazón del acuerdo tendría que quedar cerrado", dice.

Esto no quiere decir que el libre comercio entrará en aplicación inmediatamente. Todo tratado de esta naturaleza debe ser sometido a una serie de ratificaciones tanto por los parlamentos regionales como, en muchos casos, nacionales. Eso obligará a aplicarlo progresivamente. La totalidad de ese proceso largo y burocrático, afirma Daniel Raimondi, "podría llevar hasta 15 años".