Desde la siembra en junio-agosto, el trigo en líneas generales sufrió una acentuada falta de humedad.

Incluso septiembre se destacó por la escasez de lluvias.

Pero a la escasez le siguió en octubre y lo que va de noviembre, precipitaciones excesivas. Y no sólo eso: también, muchos días nublados con pocos rayos solares.

A consecuencia de ello, la proliferación de enfermedades ha pasado a ser una constante.

Las royas operan con saña. Ahora que se pronostican temperaturas superiores a 30 grados, el cuadro se complicará más aún.

La infestación de roya amarilla, anaranjada y del tallo y mancha amarilla aún en cuadros fumigados oportunamente es generalizada.

Hay muchísimos cuadros con plantas atacadas por la roya negra. Con mayores temperaturas, la situación empeorará, especialmente en los tallos y las vainas foliares y sobre todo en siembras de alta densidad.

Furiasis, caries y carbón son otros males que se generalizan con el transcurso del tiempo.

Además, el noroeste de Buenos Aires, el norte de La Pampa y el sudoeste de Córdoba y una parte menor del sureste de Santa Fe sufren fuertes anegamientos, e incluso inundaciones que, probablemente, produzcan pérdidas del orden del 25%.

La falta de piso en buena parte del área implantada complica la aplicación de fungicidas. Según se comporte el clima, podrá o no mejorar la sanidad.

Con este cuadro, resulta difícil estimar la producción final. Probablemente sea de 12 millones de toneladas. Obviamente, todo dependerá del devenir del tiempo.

Con relación al maíz, la situación de presenta con mejores perspectivas. La superficie sembrada ha crecido; probablemente se halle por encima de 5,5 millones de hectáreas.

En la zona núcleo, la siembra prácticamente ha finalizado. Y el desarrollo es bueno.

Con la excepción de la región del noroeste de Buenos Aires, fundamentalmente, de General Villegas donde las pérdidas son alarmantes, el cuadro general es auspicioso.

Es muy probable que la producción supere el nivel de 30 millones de toneladas. Un número que hace mucho no se veía en nuestro país.

Según la BCR, el panorama productivo es así: la intención de superficie sembrada de maíz es de 5,7 millones de hectáreas; se trata de un aumento del 18% respecto al ciclo pasado.

Este aumento en la superficie alienta expectativas favorables sobre la rotación agrícola.

En tanto, la siembra de soja está sufriendo los embates del clima. Muchos lotes sembrados a fines de octubre deberán ser resembrados.

La operación de siembra en todo el país está retrasada por el mal tiempo. Existen dudas respecto a alcanzar en tiempo y forma la superficie estimada de casi 20 millones de hectáreas.

El temor a fuertes precipitaciones para la semana que viene, urge a los productores a avanzar en la siembra.

Gran parte de la siembra se realiza con contratistas (sembradores) y ellos no dan abasto con la demanda por parte de los empresarios agrícolas. La puja por encontrarlos es desesperante.

Y se trata no sólo del noroeste de Buenos Aires, también del norte de esta provincia y del sur de Santa Fe.

Se estima que el avance habría llegado al 15%. Estamos hablando de 10 puntos menos que el año anterior.

Como vemos, el cuadro productivo se presenta particularmente incierto. Y ello, especialmente en el panorama de la soja, podría repercutir en los valores internacionales.