Esta campaña agrícola será la primera, desde la siembra hasta la cosecha, en la que las condiciones de mercado serán bastante similares a lo que se podría calificar como "normalidad". Por la eliminación de los derechos de exportación y los cupos, mediante el manejo de los Registros de Operaciones de Exportación (ROE) que dispuso el Gobierno en diciembre del año pasado el trigo está de vuelta.

Hay que recordar desde dónde se parte. En ocho campañas, entre 2006/7 y 2013/14, la producción perdió 9600 millones de dólares como consecuencia de los derechos de exportación y las restricciones al comercio, según había estimado un estudio de Raúl Dente, de la Federación de Acopiadores. El 61% de esa transferencia se derramó entre los exportadores, los molineros y los competidores externos, añadió. El 39% restante fue a parar al fisco y se transfirió a los más necesitados "sólo en la medida que hayan podido comprar alimentos al precio oficial", recordó el trabajo del especialista. En otras palabras, con el trigo hubo kirchnerismo en estado puro: decían que se beneficiaban los pobres pero al final ganaban los ricos.

Hoy esa perspectiva suele ser omitida alegremente por algunos economistas y políticos que ahora le reprochan a la administración Macri haber eliminado rápidamente los derechos de exportación del trigo y al maíz. Son los que insisten con la receta de las retenciones y la intervención en el mercado cuando la evidencia demuestra que sólo sirvió para transferir recursos de un sector a otro. Desconocen los perjuicios que causaron en las dos puntas de la cadena: productores y consumidores.

Tras el cambio de escenario, en el principal destino para el trigo argentino, Brasil tienen expectativas positivas. Así lo percibieron quienes participaron de la reunión anual de la Asociación Brasileña de la Industria de Trigo, (Abitrigo), que se realizó la semana pasada en el estado de San Pablo. "Fue la delegación más numerosa en casi diez años", dice Guillermo Bernaudo, jefe de gabinete del Ministerio de Agroindustria. Fueron representantes del gobierno nacional, de la provincia de Buenos Aires, productores, molineros, corredores y otros representantes de la cadena triguera. "Había muy buen ánimo", añade.

Ahora en Brasil quieren asegurarse disponibilidad y calidad del trigo argentino. Hay que recordar que hasta la campaña 2006/7 entre el 80 y el 90% de las importaciones brasileñas de trigo venían de la Argentina y ese porcentaje se redujo a 19% en el ciclo 13/14, según un trabajo de la Federación de Acopiadores.

"En esta campaña se espera una calidad homogénea", señala Javier Buján, presidente de la Cámara Arbitral de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. La inversión en fertilizantes nitrogenados aumentó un 64% en esta campaña respecto de la anterior, destaca Bernaudo. Esto facilitará el atractivo del trigo argentino para la industria molinera brasileña que lo necesita para mejorar sus harinas.

Según dijo el subsecretario de Mercados Agropecuarios, Jesús María Silveyra, al diario La Voz del Interior, aunque Brasil tendrá una producción de seis millones de toneladas necesitará importar otros seis millones de toneladas, de los cuales 4,5 millones provendrían de la Argentina. El resto se compondría por 700.000 toneladas de Uruguay y Paraguay y otras 700.000 toneladas, extra-Mercosur, de Estados Unidos y Canadá.

Esta normalización de la corriente comercial de la Argentina a Brasil permite que comiencen a explorarse otros proyectos. Buján contó que en Abitrigo se promocionó el puerto de Quequén como centro logístico para el trigo. A su vez, Bernaudo adelantó que en Agroindustria tienen la intención de alentar el estímulo comercial para los trigos de calidad superior.

Aunque las perspectivas de precios no son alentadoras, la normalización de la corriente comercial del trigo argentino con Brasil, así como con otros destinos fuera del Mercosur, abre una puerta que hasta hace no mucho tiempo estaba cerrada como consecuencia de los ROE y los derechos de exportación. Para la producción, el trigo puede volver a ser el puente financiero hacia la cosecha gruesa y provocar un impacto positivo en la cadena. Aquí hay otra oportunidad para comenzar un ciclo de crecimiento.