CÓRDOBA. Este año, de la mano de la eliminación de las retenciones, la siembra de maíz crecerá y esta provincia es la principal productora. Guardado el cereal en silos, si se desatienden diversos aspectos en el manejo hay varias interacciones biológicas negativas que afectan los granos, como la plaga de gorgojos, las infecciones por hongos. En ese contexto, y para reducir el uso de químicos, un equipo interdisciplinario de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) desarrolló un plaguicida natural.

Integrado por biólogos, químicos y microbiólogos de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UNC y del Conicet, el grupo dirigido por Julio Zygadlo lleva cuatro años de trabajo en el desarrollo de bioplaguicidas basados en compuestos naturales.

Según el boletín UNCiencia, entre las ventajas de los bioplaguicidas lo más importante es que no son perjudiciales para la salud humana y tampoco afectan el medio ambiente. Los insecticidas sintéticos más utilizados para controlar plagas -como la fosfina y el bromuro de metilo- están prohibidos y restringidos, respectivamente, por el Ministerio de Salud de la Argentina.

La investigadora Jimena Herrera apuntó que por el uso indiscriminado de algunos pesticidas, muchas plagas se han hecho resistentes a esas sustancias, por lo que las dosis utilizadas son cada vez más altas. "Frente a este panorama, podría decirse que hay bioplaguicidas que son más efectivos que los sintéticos y actúan más rápido sin afectar la materia prima", dijo.

Los ensayos y pruebas de la UNC son realizados in vitro, bajo condiciones controladas. La idea es pasar a mayores escalas para probar que el producto no se deteriore con las condiciones externas. "En laboratorio obtuvimos muy buenos resultados pero es necesario ampliar las pruebas in situ, para esto también hacen falta políticas de Estado, apoyo a estas investigaciones y, sobre todo, un cambio de concepción en las prácticas agrícolas", señaló Herrera.

Las pruebas comenzaron con la extracción de aceites esenciales de plantas aromáticas, algunas nativas como la peperina y el tomillo, para identificar los componentes de los aceites y su nivel de toxicidad contra las plagas. A partir de 2012 avanzaron las pruebas contra los insectos.

"El gorgojo que ataca al maíz es muy dañino, porque todo su ciclo de vida se produce dentro del grano, entonces se come todo el endosperma que es la base de los nutrientes", detalló Herrera.

El objetivo es conseguir una formulación sintética, basada en compuestos naturales provenientes de los aceites esenciales, que produzcan una interacción sinérgica con capacidad para combatir al gorgojo y que no tenga efecto tóxico sobre el maíz.

Herrera enfatizó que al mezclar los insumos "tienen un efecto mayor" y mostraron una buena acción insecticida, "comparable con la dosis de un insecticida sintético".

PREVENCION

Para ampliar líneas de investigación y continuar probando la efectividad de los bioplaguicidas en escalas mayores, los biólogos se vincularon con el Grupo de Investigación y Desarrollo en Tecnología Química -conformado por ingenieros químicos de la Facultad de Ciencias Exactas-, que trabaja con la planta piloto de Ingeniería Química de Bahía Blanca.

El proyecto conjunto busca incorporar fórmulas sintéticas, basadas en compuestos naturales, a films de polietileno lineal de baja densidad, utilizando la tecnología dióxido de carbono súper crítico (CO2-SC).

Apuntan a obtener un dispositivo fumigante que pueda aplicarse en silobolsas, hasta que sea necesario transportar los granos para su comercialización. En este caso la idea no es combatir las plagas sino prevenirlas.