Y de la cual los países exportadores sólo vamos a poder salir realmente, a partir de la recuperación de las economías de los países importadores, y una nueva y firme tonificación de su demanda.

En el mientras tanto, nos debatimos centralmente en el nivel local, donde juegan factores atenuantes que nos asisten, y también factores agravantes. Y a pesar de la fortaleza de los primeros (un robusto mercado interno que se toma o come un gran porcentaje de nuestra producción), se vienen potenciando los factores agravantes (transición económica que desacomodó los precios relativos, fuerte inflación, y muy poca transparencia en áreas sensibles para la cadena).

De esta manera, llegamos a una escena, en la que los tamberos cobramos por la leche menos de lo que nos cuesta producirla (y así nos endeudamos, descapitalizamos, o nos caemos del negocio), los consumidores pagan unos de los lácteos más caros del mundo, varias de las principales industrias se han tenido que ir vendiendo de a pedazos, y en un análisis serio, no queda claro aún "quién se queda con la diferencia".

El problema es grave y complejo, porque intervienen una gran cantidad de actores y circunstancias para hacer que un espeso bosque de oscuridad, quite transparencia a las transacciones, sobre todo a partir de las planchadas de salida de fábrica, en adelante. Basta con pensar en los depósitos y cámaras, las distribuidoras, sistemas de logística y fletes, puntos de venta mayoristas y minoristas, distintas cadenas, y el esquema de impuestos y tasas que agrega el

Estado, a nivel nacional, provincial, y municipal (recargando a los formales y fomentando la informalidad). Y todo, afectado por distintos grados de ineficiencia.

Entonces, es clave que nosotros llevemos la mirada hacia esas zonas más oscuras, investiguemos, orientemos nuestras linternas, y reclamemos con propuestas y objetivos realizables, que también lo hagan los responsables de las políticas públicas. Porque es probable que allí encontremos muchas de las respuestas y los recursos que necesitamos. Si bien no para salir de una crisis que es mundial, al menos para mejorar las reglas de juego, las condiciones de competencia, y nuestro posicionamiento, para poder seguir en pie hasta la salida.

Fuente: Revista "Leche, Cámara, Acción"