Ocurre que la fecha fue elegida porque, como consecuencia de una marcha que tuvo lugar en Chicago, el 1° de mayo de 1886, a favor de limitar la jornada laboral a ocho horas diarias, cinco activistas fueron condenados a muerte. ¿Qué reflexiones sugiere este nuevo aniversario?

Al respecto entrevisté al norteamericano David M. Gordon (1944-1996). Su padre, Robert Aaron; su madre, Margaret, y su hermano, Robert James, también son economistas (¿de qué hablarían en la mesa familiar?). Se especializó en economía laboral. Junto con Richard Edwards y Michael Reich mostró la segmentación del mercado laboral de Estados Unidos, basada en fuertes divisiones de raíz histórica según líneas raciales, de género y de clase. En 1996 se publicó Gordos y flacos, obra en la que trabajó intensamente mientras su corazón se debilitaba, y la envió al editor el mismísimo día en que un trastorno físico lo llevó a su hospitalización final.

-Para el análisis económico el trabajo es una mercancía, ignorando que los servicios laborales son prestados por seres humanos.

-El trabajo no es una mercancía, pero si los servicios laborales no pueden ser incorporados a un bien, que alguien está dispuesto a comprar de manera voluntaria, ningún empresario contratará a ningún asalariado. Los empresarios no buscan crear empleos, sino ganar dinero, por lo cual hay que analizar las condiciones bajo las cuales les conviene crear puestos de trabajo.

-Lo cual crea un conflicto con la máquina.

-Otra vez. Nadie inventa máquinas que utilizan más mano de obra, más materia prima, energía, o producen bienes de peor calidad. Para que alguien las compre, las nuevas máquinas tienen que ahorrar algo. Pero el reemplazo de servicios laborales por robots es una parte de la historia.

-Explíquese.

-En las líneas de montaje de los autos hay más robots y menos personal que hace medio siglo, y los cajeros automáticos también reemplazaron a muchas personas. Pero hoy, no sólo en Argentina, sino también en el resto del mundo, trabajan más personas que hace 40 o 100 años.

-¿Cómo se explica?

-La demanda de servicios laborales tiene su dinámica, que se traslada de la producción de mercaderías agropecuarias e industriales a la de servicios.

-¿Es la educación un seguro contra la desocupación?

-La desagregación de los desocupados según nivel educativo muestra claramente que la tasa de desocupación entre los graduados universitarios es mucho menor que entre quienes sólo completaron la escuela primaria. Pero a nivel individual no hay garantías. Por otra parte, no circunscribamos la importancia de la educación a las oportunidades laborales.

-¿Deben los desocupados morirse de hambre?

-De ninguna manera. El análisis económico dice que el salario tiene que ver con el valor de la productividad laboral, pero no dice que el salario es la única fuente de ingresos de determinados seres humanos. Lo importante es llamar a las cosas por su nombre: cuando un Estado le paga a alguien que no genera ningún servicio laboral útil, no creó un puesto de trabajo, sino una beca, un seguro de desempleo mal dado, etcétera. En algunas regiones de su país es difícil crear empleo privado por el nivel del salario público, ajustado por el empeño que hay que poner en una ocupación pública y privada.

-¿De qué depende, en la Argentina 2016, la creación de puestos de trabajo genuinos?

-Del nivel de actividad económica y la inversión en general, y del costo laboral. Este último no es solamente el salario de bolsillo, sino todo lo que tiene que abonar el empleador, como consecuencia de la relación laboral. Tienen que poner en marcha lo antes posible el plan de infraestructura y eliminar las trabas al accionar privado.

-¿Qué le parece prohibir, o dificultar, los despidos por ley?

-Dadas las circunstancias, prefiero el seguro de desempleo, porque en todo caso quien se tiene que ocupar del asalariado no es el empleador, sino todos sus compatriotas.

-Don David, muchas gracias.